Crítica de «Madre»: Sorogoyen cambia intriga y tensión por desconsuelo

Sorogoyen se cisca en lo fácil de prever y (acertadamente o no, pero es su elección) elude el capote de la trama detectivesca y retoma la historia por su lugar menos «peliculero» pero más complejo: el territorio vacío de una madre sin hijo. La actriz Marta Nieto ya ha asimilado la adrenalina y el histerismo de su personaje del cortometraje y ahora ocupa por completo y con total resignación «el lugar de los hechos», pues vive en aquella playa en la que desapareció su hijo hace años.

Pero, qué buscan el personaje de Marta y el director Sorogoyen allí, desde luego no es la respuesta a una intriga, ni la reconstrucción de unos hechos… Se diría que lo que ambos buscan es la captación de un estado de ánimo y la aceptación de una tragedia, aunque el guion lance ahí un fogonazo de ilusión en la figura de un adolescente bañista (ilusión de madre: ¿un hijo?, o ilusión de espectador: ¿una maniobra del guion?) y germinen por ese hilo narrativo otros conflictos diversos y ajenos a la tragedia que nos ocupa, y de la que nos va desocupando Sorogoyen con magistral y tal vez reprochable habilidad narrativa: las relaciones de pareja entre Marta y Brendemühl, las familiares de ese joven francés, las sentimentales entre todos ellos… ¿qué pasó con el hijo?..., pues, tal vez ocupe otra película, pero no ésta.