Rodrigo Sorogoyen: «Es difícil encontrar algo que no trate al espectador como a un niño»

«Madre» era un puñetazo en la boca del estómago propinado con la suavidad de una modelo. Un plano secuencia de veinte minutos tan asfixiante como luminoso en el que la protagonista recibe la llamada de su hijo -de viaje con el padre por la costa francesa- que le cuenta con voz temblorosa que el padre le ha dejado solo. Es invierno y la angustia crece con la presencia amenazante, siempre a través de la voz del niño y los ojos que no pestañean de la madre, de un hombre al fondo de la playa desierta. Ese plano agotador es la secuencia inicial del largometraje, que no solo estira la historia sino que la sumerge en el abismo del drama a través de la figura de Marta Nieto en un papel que le valió el premio a mejor actriz en la Sección horizontes del Festival de Venecia.

«El sentido común te dice que es imposible olvidar una tragedia así», explica el cineasta madrileño, presente en Sevilla, «y cuando empiezas a hablar con gente a la que le ha pasado algo similar, lo corroboras. Esa pena te va a acompañar siempre. Como guionista sabes que el espectador tampoco va a olvidar esa primera parte con ese poso», reflexiona Sorogoyen con ABC, que confiesa que no ha querido «ser efectista». Porque si esta película fuera «hollywoodiense» veríamos a la mujer en el punto en el que la recoge Sorogoyen, diez años después de esa llamada , como una investigadora enfrentándose a unos y otros para buscar a los culpables. Pero la vida no es tan simple como los «blockbuster» quieren hacer ver. «Podríamos haber hecho un “thriller” de secuestros, pero eso es una pereza. Eso es el tópico, no la realidad». La falsa complejidad de esas ficciones frente al torbellino de oscuridad real que sacude el interior de Marta Nieto.

Todo con la firma de Sorogoyen, que en apenas seis años ha sido capaz de construir una filmografía rotunda, arriesgada y hasta provocadora: « Stockholm » (2013), « Que Dios nos perdone » (2016), « El reino » (2018) y ahora « Madre » (2019), donde pese a cambiar de género no pierde su sello.

Un director al que le gusta provocar a partir de historias más que reconocibles. Aquí lo hace con una relación afectiva entre la protagonista y un chaval demasiado joven que navega en unos márgenes cuanto menos delicados. «El espectador ya ha visto películas donde un hombre se relaciona con una mujer más joven, y aquí nos encantaba que fuera una historia de amor a la inversa. Habrá gente que no estará cómoda con esta historia, pero para mí el amor siempre es positivo», remata sobre un punto de la trama del que es mejor no desvelar más detalles.

Una filosofía que defiende al extremo: «Me divierte la provocación como espectador y, si quiero ser honesto, debo hacerlo con mis películas», asegura el director, que se posiciona del lado de Martin Scorsese en esta polémica sobre cómo el cine de superhéroes condiciona al resto de la industria: «Las películas de Marvel idiotizan e infantilizan al espectador. Ojo, eso no significa que yo no pueda verlas y disfrutarlas, pero que luego te das cuenta de que son todas iguales», lamenta Sorogoyen. «Han creado un modelo muy asentado y que funciona muy bien, una mina de oro que la agotarán de tanto explotarla. Preferiría que hubiera más dinero para otro tipo de películas porque es muy difícil encontrar algo que no trate al espectador como a un niño». Algunas excepciones se podrán ver esta semana en el Festival de Sevilla .