Complemento circunstancial
X no es solo una incógnita
Parecerá que algo habrá cambiado, pero todo seguirá igual
Lo del gatopardismo, además de un concepto político, es una consigna que se ha mantenido intacta, trasmitiéndose de generación en generación, desde que Lampedusa la pusiera en boca de Tancredi Falconeri: «si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie». Ya ve, ... un oxímoron como una catedral de grande que se ha convertido en el título preliminar de la ley de la selva en la que vivimos. En los últimos días, la travesía del desierto en busca de la tierra prometida pasaba por salir de X —antes Twitter–, haciendo mucho ruido, entre lloriqueos y gritos, rompiéndose la camisa y tirándose de los pelos en el muro de las lamentaciones de Elon Musk. Nos vamos y nos llevamos nuestras cosas era la contraseña para que el mundo supiera que no somos como «ellos», que somos mejores, más rectos, más íntegros, más honestos… y todas esas cosas que se dicen cuando uno no sabe qué decir. En menos de veinticuatro horas los tuiteros recogieron sus trastos, se comieron la última cena a toda prisa y tiñeron de rojo el dintel de su perfil dejando toda basura que pudieron, desperdigada, para que los demás supieran que se habían ido. Faltaría más. Que The New York Times y La Vanguardia se fueron, y aquí ya no pintamos nada.
Con la música a otra parte. A Bluesky, por ejemplo, que ha ganado más de dos millones de usuarios en la última semana, y que recibe a los recién llegados como si fueran un contingente de inmigrantes, desesperados y necesitados de un «paquete de inicio». Allí, en el nuevo paraíso, son recibidos con cantos de bienvenida, abrazos virtuales y un «ya estáis en casa». La red de la mariposa se parece tanto a la del pajarito que para diferenciar una de la otra se necesitan tutores, guías espirituales que «reprogramen» a los recién llegados. «Esto es como fue al principio», «volveremos a ser lo que fuimos», son los mensajes que reciben los que han caído otra vez en la misma red.
Bluesky, Mastodon, Reddit, son el mismo perro, pero con distinto collar, no se equivoque. No somos tan importantes, no formamos parte del sistema, sino que «caemos» y quedamos atrapados en las redes sociales, porque ya se sabe que cuando no pagas por un producto, es que tú eres el producto. Ahora es X y mañana quién sabe si será la vetusta Facebook o la animosa Instagram las que caerán en desgracia y nos dirán que hay que salir pitando, dejando atrás todas nuestras stories, toda nuestra vida virtual. Que no es la vida real, no pierda este detalle de vista.
Porque X no es el mundo, ni se van a abrir las aguas para que pasen los elegidos, ni se va a producir una catástrofe mundial porque os hayáis ido. La red de Elon Musk no os va a echar de menos, porque sabe que estáis en la puerta de al lado, mendigando y devorando los mismos pedazos de carne que él os echaba antes. Parecerá que algo habrá cambiado, pero todo seguirá igual, que ya lo dijo Lampedusa.
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