COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL
Sin presupuestos
España necesita nuevos presupuestos, no más cortinas de humo, ni golpes de efecto, ni trucos de trilero
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónA nadie voy a sorprender si le digo que Pedro Sánchez lleva meses jugando a esconderse detrás del calendario. Prometió estabilidad, pero su Gobierno está permanentemente en la provisionalidad desde que, en 2023, aprobara unos presupuestos que ha ido prorrogando durante dos años y que, ... a la vista de sus últimas declaraciones, pretende seguir prolongando en el tiempo. El presidente ha afirmado que presentará nuevos presupuestos para 2026, pero también ha asegurado que, se aprueben o no, «el Gobierno continuará con su hoja de ruta hasta 2027». Lo malo es que, a estas alturas, ya no sabemos qué rumbo tiene la ruta del Gobierno, pero lo que sí sabemos es que no es la prudencia la virtud que mueve a Sánchez, sino el miedo a la derrota parlamentaria, el miedo a Puigdemont, a Junts y a ver cómo se derrumban los pocos pilares que sostienen su mandato.
Sánchez es experto en aritmética y en geometría, en el arte de birlibirloque y en el de esquivar sus obligaciones, su única estrategia política es la supervivencia. Ya lo dijo en enero de este año: «No es un drama no aprobar los presupuestos», y también dijo, hace unas semanas, lo de la camiseta sudada y lo del trabajo ímprobo que estaban haciendo para presentar las cuentas. Lo que no ha dicho, todavía, es lo que sabemos todos, que Puigdemont y Junqueras han vuelto a salirse con la suya y la negativa de ambos a negociar los presupuestos coloca al Gobierno entre la espada y la pared, más cerca de la espada que de la pared. Porque el de Waterloo le recuerda, a cada paso, quién tiene la llave: amnistía, competencias, inversiones, reconocimiento del catalán como lengua oficial… cada vez son más las condiciones y cada vez más la seguridad de los ciudadanos de que tenemos un Gobierno sometido al chantaje político que nos ha llevado a la parálisis. Los ministerios funcionan con cuentas prorrogadas, las comunidades autónomas trabajan con números desfasados y las inversiones públicas se posponen una y otra vez, parcheando las situaciones. No hay rumbo –ni ruta- ni planificación.
España necesita nuevos presupuestos –también necesita un gobierno nuevo, dicho sea de paso-, no necesita más cortinas de humo, ni nuevos golpes de efecto, ni trucos de trilero. Un país serio no puede depender de la extorsión de un prófugo ni de los cálculos tácticos de un presidente que teme más perder el poder que la credibilidad. Cada prórroga es un nuevo síntoma de la gangrena política de nuestro país, una declaración explícita de inoperancia, un reconocimiento implícito de la derrota y del temor a perder el poder. En política, la cobardía nunca sale gratis, y a estas alturas, Sánchez lo sabe, aunque prefiere hacer como siempre: esconder el problema bajo la alfombra, dar una patada hacia adelante y pensar que así gana tiempo.
Pero el invierno llega, que decía la más grande. Y cuando llegue, le va a pasar una factura mucho más grande de la que espera, porque Puigdemont no va a aflojar la soga y Pedro Sánchez ya debería saberlo.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete