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PÁSALO

Marcus Aelius Alexander

El Ayuntamiento de Palma del Río quiere comprar las tierras donde trabajó el liberto

Alexander formaba parte de la cadena de ensamblaje en torno al aceite en la Bética EFE
Felix Machuca

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No conocemos nada de su físico. Ni un retrato en modesta piedra ni una alusión en un mosaico a mayor gloria de su patrón. Pero sí sabemos que este liberto, con el cognomen de indudable acento griego, trabajaba como gestor de unos alfares industriales a ... la vera del Guadalquivir, muy cerca de Palma del Río. Es decir, este Alexander, que lo mismo no era griego pero sí siguió la moda imperante de «bautizarse» con nombres helenos, era el responsable de una factoría de envasado de aceite y de vino o arrope, que un adinerado y poderoso Aelius, tronco fecundo de emperadores como Trajano y Adriano, poseía en la zona citada. Alexander miraba por el negocio de su jefe y por el suyo propio, iría a un tanto por ciento de las ventas, y es posible que nunca pensara lo que dejó escrito Lucrecio sobre los dioses y los asuntos mundanos. El literato mantenía que «si existen los dioses, estos no intervienen en los asuntos de los mortales». Más bien creo que nuestro liberto Alexander, alguna que otra mañana, antes de encaminarse a las húmedas y enfangadas riberas del Betis, implorara con las palmas de sus manos mirando al cielo, un día propicio de trabajo a Mercurio, el de los pies alados, la divinidad más marrullera del Olimpo y, consecuentemente, el protector de los comerciantes. Alexander, a su manera, formaba parte de esa larga cadena de ensamblaje que articulaba el negocio del aceite de la fecunda Bética. Desde Córdoba a Écija. Desde Écija a Sevilla.

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