Tribuna abierta
La borrasca podemita
Se preguntó si Sánchez sería consciente de que quien siembra vientos recoge tempestades. Y el sueño, entonces, le venció
Se había levantado temprano, desayunando como siempre a la carrera para emprender una jornada laboral exigente, endurecida ahora por las limitaciones impuestas para burlar los efectos letales de la pandemia que nos aturde. Al volver a casa conecta el televisor con la esperanza de aliviar ... su tensión emocional. Y lo que se encuentra es un cúmulo de ‘noticias’ que abruman su conciencia, sonrojan su dignidad y, a la postre, terminarán esquilmando sus bolsillos.
Porque resulta que unos pocos están jugando a la independencia de una parte de su país poniendo en solfa a las instituciones democráticas, mientras en esa parte del territorio nacional la convivencia está envenenada y la calle la dominan los antisistema, que es lo que ocurre cuando se gobierna demoliendo el Estado de derecho y subvirtiendo el orden constitucional. Con un hilo de esperanza valoró que a los sediciosos le habían vuelto las espaldas más de 700.000 catalanes y que la mayoría social (el 75 % del censo) no comulga con su sectaria deriva, aunque por cansancio y hartazgo haya decidido quedarse en casa.
Sin poder recuperar el sofoco, tras su agotadora jornada, escucha que se pretende facilitar la labor de los ‘okupas’, en vez de potenciar la protección del derecho de propiedad que el Estado se compromete a garantizar a cambio de los impuestos que soporta el ciudadano ejemplar. Y sin tiempo para respirar le llega la noticia de que los gastos en asesores de libre designación del Gobierno se han incrementado, en un momento de crisis como el actual, en más de un veinte por ciento, al tiempo que se montan guarderías en sedes ministeriales, se dota del rango de alto cargo a la niñera de una ministra y se crean destinos ‘ad hoc’ para enchufar amíguetes y camaradas.
Mientras ve en la televisión unas imágenes dantescas acorralando una turbamulta de energúmenos a las fuerzas de seguridad y destrozando el mobiliario urbano, escucha indignado cómo los responsables gubernamentales ponen en entredicho a los agentes encargados del orden público y de la seguridad de los ciudadanos, anunciando una revisión sobre los estándares de comportamiento policial.
Aturdido y desanimado, nuestro hombre se levanta para coger una cerveza del frigorífico y oye por la radio cómo un comunicador y analista político habla del goteo incesante de cierre de empresas, cómo son muchedumbre quienes se quejan de no haber recibido las ayudas anunciadas, cómo se hacen interminables las colas del hambre y cómo las cifras del paro alcanzarán cotas nunca conocidas, mientras el Gobierno de izquierdas, el de la ‘gente’, no dice nada, enredado en sus pretenciosas políticas de género o en cómo se puede ser hombre o mujer por una simple manifestación expresa del indocumentado de turno. Y mientras lee que podemitas y socialistas se enredan sobre su caché feminista, se entera de que una investigación científica de un grupo liderado por el físico Alex Arenas ha concluido que si en la primera ola de la pandemia el confinamiento se hubiera iniciado una semana antes del 15 de marzo de 2020 se habrían salvado 23.000 vidas. Hecho el cálculo se percató de que una semana antes la preocupación del Gobierno era ver quién de sus dos almas aportaba más feminismo a la marcha del 8M.
Preocupado por el futuro de la empresa donde trabaja escucha la opinión de un experto explicando el precio que al final nos exigirá Bruselas por la financiación que nos presta. Oye que la situación actual es transitoria debido a la pandemia, por lo que están suspendidas las reglas fiscales y el Banco Central Europeo está proporcionando liquidez sin límite. Pero, en cuanto el virus esté medio controlado, según el experto, se acabó la fiesta... y los endeudados tendrán que hacer frente al pago de la deuda.
Cuando creía que nada nuevo perturbaría más su ánimo, se entera de que Garzón, que titula lo que era una dirección general de Consumo ascendida a la categoría de ministerio, después de haber minusvalorado al turismo, que es la primera industria andaluza, se deja caer, para ‘alegria’ de los andaluces a quienes debe su escaño, conque el aceite de oliva y el jamón ibérico son productos perniciosos según su ‘semáforo nutricional’.
Abrió la puerta del dormitorio de sus hijos, que dormían plácidamente ajenos a la enorme deuda que habrán de asumir y a las dificultades para encarar un futuro incierto, mientras sonreía ante el cinismo del tándem Pedro y Pablo, jugando a poli bueno y poli malo.
Intentando conciliar el sueño, se percató de que la tormenta política, económica y social que nos atenaza es consecuencia de la borrasca podemita y de las hipotecas suscritas por Sánchez para llegar al poder. Como buen profesional recordó que no hay plazo que no venza ni deuda que no se pague y se preguntó si Sánchez sería consciente de que quien siembra vientos recoge tempestades. Y el sueño, entonces, le venció.
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