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La leyenda continúa

Acabamos creyéndonos que éramos tan malos como aseguraba Lutero

Francisco Núñez Roldán NIEVES SANZ
Felix Machuca

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A raíz de la entrevista que este pasado lunes le realicé al profesor de Historia Moderna Paco Núñez, he recibido varias comunicaciones de lectores un tanto alarmados, señalándome la peregrina intención de negar los efectos más severos del Santo Oficio en nuestra nación. Como no ... hay nada más divertido en un periódico que contestarle a los lectores, esa especie en galopante vías de extinción, desde aquí me apresuro a, en primer lugar, darles las gracias por leer los periódicos. Y en segundo término por referirme sus diferencias de criterio con algunas de mis preguntas en la citada entrevista. Que, al parecer, vieron torcidas y tendenciosas. Con absoluta sinceridad y ni pizca de ironía, les reitero las gracias a todos aquellos que entendieron, equivocadamente, que mis preguntas iban dirigidas a negar la existencia de la Inquisición. No obstante quiero dejar claro, porque parece que no quedaba, para algunos, en la citada entrevista, que no solo no negué sus severas consecuencias en España. Lo que sí quise resaltar es que, no habiendo nacido en nuestra nación y teniendo una lista larga de actuaciones en otros países europeos, la idea del común es que aquella maquinaria represiva y, a su vez, defensora del imperio hispano de los ataques continuados de sus enemigos europeos, es que la Inquisición fuera un invento español. Ni lo fue ni podrá serlo. Pero de lo que no cabe duda es que, nuestros más firmes enemigos, la emplearon para negar la libertad religiosa en nuestro país y manchar la reputación externa de una nación que, en el siglo XVII, dominaba el mundo.

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