Bronca
Chillaron como nunca y no nos enteramos de nada como siempre
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Iniciar sesiónNi en los partidos donde Mateu Lahoz tira de sectarismo blanco para pitar a favor de Concha Espina se organizan broncas tan entusiastas como la que el ministro Ábalos montó ayer en el Parlamento. Comparecía el amigo de la tenebrosa Delcy Rodríguez, la número dos ... de Maduro condenada por crímenes de lesa humanidad, que pese a la prohibición de la Unión Europea de transitar por suelo comunitario, aterrizó en Barajas y fue recibida por el señor Ábalos. Lo demás ya lo saben ustedes. Lo saben, matizo, por lo que nos cuentan los periódicos, no por lo que debería haber aclarado el señor ministro. Ayer manteníamos una esperanza decimal de que le echara al asunto los mismos bemoles, por ejemplo, que le ha echado a lo suyo Plácido Domingo, responsabilizándose por carta de tener las manos largas y el corazón ardiente con algunas de sus compañeras de trabajo. Pero ese gesto de sinceridad difícilmente se puede esperar de un político como Ábalos quien, aprovechando su influencia en transportes, se subió en los trenes baratos de la bronca parlamentaria para no atender ni contestar a lo que la gente quiere saber. Y quiere saber si el gobierno del señor Sánchez nos miente y mantiene compromisos tan innombrables con un régimen caudillista, tiránico y cleptómano como lo es el de Maduro, viéndose obligado a incumplir las normas de la UE para seguir fiel a su revolucionaria liquidez.
La bronca fue tan gorda como las que organiza Mateu Lahoz. Creo que con el símil se entiende todo. Ábalos nos hurtó aquella ingenua esperanza decimal de la que esperábamos alguna explicación racional de su encuentro con la prohibitiva Delcy en Barajas, asunto que ninguno de sus expertos en comunicación gestionó con la debida cautela como para no convertirlo en el Delcygate que ahora origina estas profundas grietas morales. Al ministro le pidieron la dimisión a gritos. Copla que no recuerdo desde lo del Prestige. Y los suyos se levantaron para aplaudirle tras haberle recordado a los populares la indigesta gestión del Yak 42 y el terrible atentado del 11M. Menos mal que la bancada popular resistió la tentación de sacar a pasear la brocha de la cal viva… Ábalos, que pese al centenario becqueriano no suele abusar del romanticismo, no se anda por las ramas cuando se ve acosado por un asunto tan pringoso como el de aquella noche de enero. Ya saben que llegó a dar hasta siete versiones distintas de su encuentro con la malvada Delcy, que como viene siendo costumbre en sus viajes, se lleva en sus maletas media Venezuela, que va depositando en las direcciones oportunas. Eso no lo digo yo. Lo dijo en su día un despacho de la agencia Reuters del que no quiero dar más detalles para no quitarle protagonismo a la bronca. Ábalos es un furúnculo en la trasera de un gobierno al que, todo sea dicho, no le preocupan muchos estas incómodas situaciones. Cuando las papas queman en las manos por estar demasiado chamuscadas por la opinión, lo justifican con la consigna de siempre: fachas, fachas, fachas...
Pero no son cosas de fachas. Sacar a relucir lo del Yak y lo del 11M es señal de que no se encuentran argumentos creíbles y razonables para explicar lo inexplicable. Y cuando en política un marrón no se sabe explicar ni justificar, no hay más salida que recurrir a la descalificación política y a la bronca monumental. Seguimos sin saber la verdad, seguimos sin saber qué versión de las dadas por Ábalos es la menos ficticia, seguimos sin saber lo que Reuters dejaba caer en enero sobre los viajes cargados de maletas de la sicópata Delcy y solo sabemos lo obvio: que este gobierno socialpodemita tiene límites geográficos muy comprometedores. Con la Venezuela bolivariana de Maduro y con el Irán extremo donde la señora Montero no podría ir a la policía a denunciar la violación de una vecina por llevar la falda que le saliera de las narices. Chillaron como nunca. Y no nos enteramos de nada como siempre.
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