La amenaza de las SS

La polifacética María Jesús Montero (vicepresidenta, ministra, abogada de la familia Sánchez-Gómez, comentarista política, jefa de la grada de animación de Ferraz, fiscalizadora de jueces y pseudomedios, aspirante a catalana adoptiva del año y candidata a la Junta de Andalucía, por ese orden) decidió seguir con su brillante estrategia y, en los actos de presentación de la Diputación de Sevilla, nos reveló a los andaluces una nueva amenaza que se cierne sobre nuestras cabezas. Esta vez no se trataba de Franco, Trump o Hitler, aunque sí que guardaba relación con ellos.

Montero nos habló de las nuevas SS, esto es, los sevillanos siesos. Un original concepto que nace para dejar reposar un rato la palabra 'facha' y que pretende con sorna minar la popularidad de José Luis Sanz. Es extraño, yo creía que la hija pródiga se enfrentaba a Juanma Moreno, pero en las últimas horas hemos visto como se dedica a retar a los que para ella deben de ser sus rivales: Sanz (José Luis) y Sanz (Antonio). Cada uno pone los listones donde puede, cada cual demuestra su desesperación como le da la gana.

No sé ustedes, pero yo de entrada me fío más de alguien extremadamente serio que de alguien extremadamente simpático, sobre todo para gestionar y gobernar. Manías mías, que siempre me ha parecido más peligroso alguien que es capaz de impostar una sonrisa que alguien que no se ríe de un chiste.

Hay cosas mucho peores que ser un sieso. Como, por ejemplo, ser una 'cambiadora de opiniones' compulsiva. O mezclar en un decreto pensiones, ayudas a Valencia, recursos para las CCAA y descuentos en el transporte público con las prebendas a unos socios insaciables. O tener poca clase, en general. Bastante peor que ser seco es alargar un discurso, descuadrando las agendas de los alcaldes, para no recibir al presidente de la Junta, como hizo Javier Fernández. Peor que ser antipático es ser un sectario que se retrata respondiendo en un tuit a la foto de dos políticos de distintos partidos intentando mandar un mensaje pacificador. Y todo por seguir postulándose para la alcaldía de Sevilla mientras 'apoya' a Antonio Muñoz. Dijo el señor Fernández, para redondear la ocurrencia de Montero e ir engrasando el tándem, que la Giralda no sonríe. Es verdad, de hecho, llora. Diría que por el nivelito.