puntadas sin hilos

La tiesura orgullosa

La izquierda busca una conciencia de clase de quienes viven en precario y se sienten respaldados por Sánchez

Durante el pasado año en Sevilla se vendió un Lamborghini y se atendieron a 49.117 personas en Cáritas, pero lo que le quita el sueño al presidente del Gobierno, según se ve, es el tipo que se compró el buga. Con el señuelo del ... Lamborghini y el transporte público Sánchez intenta que no hablemos del cupo catalán, pero su frase esconde también un mensaje que no es anecdótico: poco a poco, el líder socialista va revelando la sociedad que diseña el Gobierno, una España sin millonarios en la que los ciudadanos viajan en transporte público porque no se pueden costear un coche, ni bueno ni malo. Digo yo que el reto para un gobernante sería el opuesto, que mejorase el nivel de vida de la población y que cada vez más personas pudieran comprar buenos coches, pero la sociedad que se imaginan en los consejos de ministros de la Moncloa pasa más bien por coches destartalados y autobuses atestados con pasajeros hasta en las ventanillas. Una imagen mucho más próxima a Cuba que a Alemania, donde es difícil encontrar un auto con más de diez años circulando por las carreteras.

Poco a poco, sin que apenas nos demos cuenta, el Gobierno del PSOE y la extrema izquierda va consolidando un ideario que demoniza a las familias en situación desahogada y reivindica la legitimidad moral de los más necesitados. El problema es que el listón que delimita estos universos cada vez es más bajo, de forma que desde el Gobierno se adjudica ya la etiqueta de ricos a aquellos que ganan más de 30.000 euros al año. Obviamente el objetivo es recaudatorio, porque de esta forma se justifica una subida de impuestos que afecta a una parte mayoritaria de la población con el argumento de que se está gravando a los que más tienen.

Con ejercicios demagógicos como el del Lamborghini la izquierda busca fomentar un 'orgullo de la tiesura', una conciencia de clase de aquellos que viven en situación precaria y se sienten respaldados por el Gobierno. En realidad, es un círculo vicioso: se exprime a la clase media para compensar a esta famélica legión de nuevo cuño, lo que provoca que la clase media desaparezca y sus integrantes pasen a ser necesitados, circunstancia que a su vez refuerza la legitimidad del Gobierno porque cada vez hay más pobres a quienes ayudar. Y todo ello apelando a un orgullo de la tiesura según el cual los sinvergüenzas no son quienes arruinan al pueblo, sino quienes pueden permitirse un buen nivel de vida.

Esto es ni más ni menos que lo que ocurrió en Venezuela, donde hace treinta años había corrupción política pero también una clase media asentada que sostenía la economía nacional. Ahora hay la misma corrupción y miseria generalizada. La historia ha demostrado sobradamente que la doctrina comunista es incompatible con el Estado del Bienestar, pero Sánchez sigue coqueteando con el modelo. Total, él no se juega nada: para qué quiere un Lamborghini quien tiene un Falcon en el garaje.

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