tratos y contratos
Sesenta hectáreas en el Aljarafe
Un pequeño reducto de viñedos custodia la vieja esencia vinícola de la comarca
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Iniciar sesiónLos reductos de viñedos de Salteras, Villanueva del Ariscal o Umbrete perviven en manos de un variopinto grupo de agricultores, que todavía calculan sus pequeñas posesiones en aranzadas (un arcaico sistema de medida). Estos cultivos alcanzan su equilibrio transformados en mosto. «La uva garrido fino ... desapareció en otras zonas porque es menos productiva que la palomino», me cuenta Ignacio Góngora, heredero de la saga bodeguera más longeva de Andalucía. El secreto es que la conversión en vino joven, custodiado después en los bocoyes de las bodegas del Aljarafe y vendido vaso a vaso, euro a euro, logra que la corta producción se comercialice de manera rentable.
Ahora estas sesenta hectáreas del Aljarafe quieren recuperar también una parte más sofisticada de la historia bodeguera. El proyecto de relanzamiento de Góngora —que está moviendo una inversión de diez millones de euros— incluye un museo con la vieja historia vinícola, realizado en colaboración con Tannhauser Estudio (responsables de la reciente exposición de los Machado en la Fábrica de Artillería). Esta compañía —impulsada por José Manuel González (ex Howden)— se ha aliado con un grupo de viticultores de la zona para lograr una Denominación de Origen para los vinos del Aljarafe, que puede dar así respaldo normativo al desarrollo de vinos blancos y espumosos con una marca propia. Entre los promotores de esta iniciativa también figuran emprendedores como Agustín Artillo Pabón, uno de los protagonistas de la recuperación de la uva autóctona. Quizá otras firmas quieran crecer también en el futuro bajo esta protección, como Bodegas Salado o Loreto. Una denominación de origen nunca es la panacea, pero es esencial para respaldar el desarrollo de productos propios por parte de estas compañías. «En estos minifundios repartidos entre agricultores muy diversos se atesora una variedad única; tenemos potencial para desarrollar vinos de autor con características especiales», recuerda Ignacio Góngora.
Una denominación de origen tiene mucho de burocrático, algo de romántico, y por sí sola no garantiza nada. La corta producción de garrido fino seguirá siendo sostenible como mosto en la barra de las tabernas, vaso a vaso y euro a euro; pero también se vestirá de gala con marcas que tendrán que pelear por volar más lejos.
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