No ni ná
Épica y lírica fiscal
Lo que parecía iba a ser la crónica de un rechazo social a las pijadas de «Moreno Bonilla» ha tornado en otro éxito de 'Juanma'
Eliminar el impuesto de Sucesiones, rebajar el de Donaciones o bajar los tramos del IRPF autonómico sí que tenía épica en el fragor de la batalla fiscal, la del verdadero debate ideológico entre izquierda y derecha elevado sobre el dilema de dónde tiene que estar ... el dinero: si en el bolsillo de los sujetos pasivos y tiesos o en las arcas del Estado de los mil asesores de Sánchez. Pero ese ya es terreno conquistado para el presidente Moreno. Acostumbrados a aquellas conquistas, las últimas bajadas de impuestos anunciadas por la Junta de Andalucía, salvo la que hace mención a los alquileres de jóvenes y mayores y esta última que afecta a las personas celíacas –la primera por necesaria y la segunda por justa–, han supuesto un giro de guion en el debate. De la épica de bajar los grandes impuestos hemos pasado a la lírica de las gratificaciones en la Renta por tener mascota o apuntarse al gimnasio.
A menos que la mosca del vinagre sea considerada en el decreto como potencial mascota y la sesiones del fisio para aliviar la sobrecarga cervical se equiparen a las de zumba en el gimnasio, tengo pocas opciones de acogerme a esta 'cuqui desgravación' andaluza. El primer impulso fue obvio: «Valiente gilipollez ¿no sería mejor aplicar rebajas fiscales a favorecer la natalidad?»... Esperaba una reacción social similar y, sin embargo, las encuestas confirman un apoyo mayoritario a la medida, sobre todo a la de desgravar cien 'pelotes' por ir a machacarte el 'body' en el gimnasio, que tiene a la parroquia encantada.
Las críticas de la oposición tachando la medida de «electoralista» vinieron a confirmar que Moreno había dado en el clavo de su especialidad: conectar con la mayoría. La queja desabrida y falsamente victimista de Turull, remarcó el acierto andaluz y de paso le dio al presidente cancha para responder al nacionalista y airear la blanquiverde. En una semana, lo que parecía iba a ser la crónica de un rechazo social a las pijadas de «Moreno Bonilla» ha tornado en otro éxito de 'Juanma'.
El presidente ha capitalizado su reforma fiscal porque conecta con amplias capas de la población, principalmente de la muy olvidada 'clase media', y con esa cotidianeidad que está tan lejos de los debates que proponen los bloques ideológicos para aventar la polarización. Si tenemos en cuenta que en la misma semana Moreno se ha salido del bucle medroso con el que el PP había caído en la trampa sanchista del «genocidio» de Gaza con una simple frase en el Parlamento, y ha remarcado los aciertos –con lo que también los errores– de la errática política de Génova en materia de inmigración: «No somos como Vox», Moreno, en su estable mayoría de la arcadia andaluza moderada, se ha consolidado como el verdadero líder de esa normalidad que tanto añora España, condenada a elegir entre Sánchez y Feijóo, las izquierdas y las derechas.