SEVILLA AL DÍA
Una novia como RoRo
En el fondo, María Jesús Montero tiene un poco de RoRo: «Hoy, mi novio Pablo [perdón, mi jefe Pedro], me ha pedido que le ayude con Cataluña y entonces yo…»
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Iniciar sesiónA Joaquín Sánchez, que no parece tener un pelo de tonto, lo ha puesto a prueba una compañera de Relevo con un breve cuestionario sobre la jerga de la Generación Z. Joaquín, el de la finta y el sprint, tiene la misma idea que muchos ... de nosotros sobre lo que significan en determinados contextos juveniles las expresiones «vibes», «hype», «goat», «potaxie» o «pec». Esto último, al parecer, empleado «cuando algo te está gustando mucho», le explicó la periodista. Son las siglas de «por el culo». Qué bonito, miarma. La terminología joven avanza tan rápida y lamentablemente como el movimiento woke, que es otro nuevo palabro con el que podemos abrazar a todo aquello que antes se quedaba en «progre». Esta semana se ha puesto de rigurosa actualidad RoRo, una 'influencer' española acusada de enaltecer la sumisión femenina como fiel representante de otro nuevo movimiento sociológico: 'Tradwife'. Lo que siempre se ha conocido como una mujer de su casa, pero llevado al extremo. RoRo sólo tiene un único objetivo: complacer a su marido. Una especie de esclava del macho alfa. Para promover ese regreso al pasado, la chica se graba vídeos mientras atiende algunos de los deseos y necesidades de su novio Pablo, como cocinar durante horas algunos de sus platos favoritos o editar, imprimir y encuadernar con sus propias manos una edición especial de 'El Príncipe', de Maquiavelo. Son algunas de las sorpresas con las que RoRo ha hecho feliz a Pablo ante todos sus seguidores de Tik Tok. No sería descabellado pensar que llegado el momento ambos den el salto a OnlyFans.
RoRo no ha sido la única protagonista de la semana. Ahí están Manolo Chaves, que sigue de romería mediática asegurando que jamás supo lo que hacía su gente en la Consejería de Empleo, y Pedro Sánchez, que sólo pasó por la salita de estar para ser cortés y saludar a Barrabés. A ver, me gustaría decirles que busco una novia como RoRo, un jefe como Chaves y un presidente como Sánchez, pero entonces les estaría confesando mi vocación de gañán, holgazán y gilipollas. La historia del marido que sólo pasaba a saludar me traía el recuerdo de un amigo algo fantasmón que un día me relató una de sus primeras experiencias en el mundo 'swinger', que es otra americanada utilizada para referirse a las parejas liberales o libertinas. Al parecer, según me contaba, un matrimonio le había invitado a cenar a casa. Habría primer plato y postre especial. La pareja, más versada en el asunto que mi toricantano amigo, invirtió el orden de la carta y dispusieron el postre por delante. Lo que más le impactó al debutante fue que durante el tercio de varas, a solas con la 'Milf' –esta expresión deberán buscarla ustedes–, el marido interrumpió en la habitación: «¿Chicos, preferís que haga pasta o pescado?». La historia es tan rocambolesca como simpática así que dejé de cuestionarme si aquello podía ser real o era una simple fantasía de mi amigo. Algo así me pasa con María Jesús Montero, que ya no sé cuándo habla en plata y cuando habla buscando la plata. No conozco a nadie que quiera más a Sevilla cuando llegan los viernes, ni nadie que desprecie más a Sevilla cuando llegan los martes. Y los lunes, y los miércoles… En el fondo, María Jesús tiene un poco de RoRo: «Hoy, mi novio Pablo [perdón, mi jefe Pedro], me ha pedido que le ayude con Cataluña y entonces yo…». Así son RoRo y María Jesús: una, la novia que avergüenza a las feministas; y la otra, la ministra que avergüenza a los sevillanos.
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