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cardo máximo

La vida continúa

La escalera de la vida se parece a esos dibujos de Escher en los que nunca se sabe quién sube ni quién baja

Javier Rubio

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La escalera –no hay metáfora que valga– es fuente cotidiana de inspiración. Uno comienza a subir los peldaños y ese mínimo gesto de levantar un pie sobre el que apoyar el peso del cuerpo mientras la otra pierna se eleva hasta el siguiente escalón le ... basta para hilvanar el pensamiento, una reflexión que dura lo que los tramos, que incluso puede tomarse un respiro como cuando se llega a la meseta y hay que dejar pasar a alguien que viene bajando. Conozco a quien remonta nueve pisos (dos del sótano más las siete plantas del bloque) cada día cuando aparca en el garaje sólo por el placer de concentrarse durante el tiempo de la subida en las cuestiones personales que la maratoniana tarea laboral ha dejado aparcadas. Subir escaleras no es ninguna garantía de hacer literatura de mérito, pero subiéndolas se hace mejor literatura, de eso estoy convencido.

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