TODO IRÁ BIEN
Isak es el asesino
Muchos creen que una herencia es una bendición pero es un castigo y de los más crueles
No es cerdo, es política
El día que echamos a los alemanes
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Iniciar sesiónEl 'New York Times' me contactó el viernes para preguntarme sobre la muerte de Isak Andic, por sus circunstancias familiares y el contexto social. Les dije que no entenderán lo que ha pasado hasta que no se den cuenta de que Isak no es ... el muerto, sino el asesino. El muerto es Jonathan: lo acribilló su padre desde que nació. Isak me lo dijo: «Me arrepiento de haber educado a mi hijo desde mi éxito y no desde mi esfuerzo, lo he convertido en un cretino». Isak condenó a su único hijo varón a una vida poco inteligente, menos sufrida, nada luchadora; y Jonathan empezó a menguar hasta su actual insignificancia.
Luego, por la mala conciencia de no haberlo cuidado de pequeño, le cedió las riendas de Mango, sabiendo perfectamente que no estaba preparado –Jonathan también lo sabía, pero aceptó para no defraudar a su padre–; y efectivamente le fue mal, y no mal sino muy mal, quedó como un idiota ante toda una ciudad.
Muchos creen que una herencia es una bendición pero es un castigo y de los más crueles. Primero te deforma la expectativa de heredar y te vuelves un vago pensando en lo mucho que tendrás. Luego llegan las guerras –todas de una bajeza extrema– entre hermanos, viudas; y también las grandes decepciones de los que esperaban encontrar mucho más de lo que al final había. Pero lo más grave, lo más fulminador, es que los millones que no te has ganado caen sobre tu voluntad y tu carácter, destruyéndolos, y te quedas sin hambre, sin sed de sangre y sólo quieres gastar.
Es dulce y digno que un hombre que ha triunfado tenga la ilusión de dejar a sus hijos el fruto de su trabajo, pero ha de saber que es la manera más apabullante de destruir cualquier atisbo de personalidad, de crecimiento, de talento. Los padres tenemos que mostrar la luz a nuestros hijos, lo extraordinario, la maravilla, para que tengan algo por lo que luchar y aprendan a ser generosos, comprensivos, agradecidos. Para que concreten la esperanza y la propaguen. Pero no puedes cederles sin más las ganancias porque quien lo tiene todo asegurado no vive en el filo; y sin vértigo, sin pánico no hay progreso, ni el instinto de supervivencia que desencadena la angustia, el silencio tenso, el desespero del que justo en el último instante nacen las ideas más creativas y fértiles.
Querer que gracias a ti tu hijo tenga una vida más fácil es querer que no tenga una vida, es ocupar su espacio y no confiar en sus capacidades, y las aplastas mucho antes de que las pueda desplegar.
Isak lo hizo con Jonathan y ahí está el resultado. Si no me creen vayan a visitarlo, hablen con él, pregúntenle cómo fue la relación con su padre, y cómo le ha perseguido, marcado, hundido desde que nació hasta hoy. Por supuesto que le quería, pero prepárense para escuchar la historia del niño rico más triste de España.
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