PÁSALO
Vivir en la Cartuja
En 2025 la Cartuja debería saber qué quiere ser cuando sea mayor
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Iniciar sesiónNo tengo el gusto de conocer al arquitecto José María de Cárdenas a quien, el pasado domingo, Javier Macías le hacia una interesantísima entrevista en ABC, arrancándole un titular de los que merecen paga extra. Cárdenas, sin tapujos, se pronunciaba por construir viviendas antes en ... la Cartuja que en Tablada, donde el alcalde José Luis Sanz había valorado hacer el pulmón verde la ciudad del oeste y ceder doscientas hectáreas para usos residenciales. A mí me provoca un sano entusiasmo comprobar que se han superado ciertos tabúes urbanísticos en la ciudad, que los profesionales y los ciudadanos pueden pronunciarse con naturalidad sobre temas intocables en otros tiempos, sin que ninguna espada flamígera te expulse del paraíso por presunto pecado de herejía casposa. Sevilla tiene un top de problemas que resolver. Uno de ellos es el de la Cartuja y su integración total en la ciudad, dejando de ser un fenómeno urbanístico exógeno a su corazón. Y eso solo se consigue permitiendo usos residenciales y de servicios en los pocos metros cuadrados que van quedando libre.
Es de agradecer que profesionales de prestigio como José María de Cárdenas se pronuncien abiertamente sobre estos asuntos. Porque se va creando opinión contraria a la sinrazón que condenó la heredad de la Cartuja a uno de los latifundios de jaramagos más florecientes que conocimos. Luego, aquella etapa de Cartuja 93, quedó olvidada para que el parque científico y tecnológico se convirtiera en uno de los músculos económicos y de alta tecnología más importantes de España, con 557 empresas de medio mundo instaladas en sus parcelas, una facturación conjunta de 4.490 millones y casi 30.000 trabajadores en el recinto. De la calidad de las empresas instaladas les doy un solo dato: hay una especializada en radares que trabaja para la NASA. El parque ambiciona más territorio y lo que queda es el reseco canal y los suelos de la banda oeste. Poco más de ciento veinte mil metros cuadrados. ¿Caben ahí las viviendas que quiere ver crecer Cárdenas para que el parque siga teniendo vida después del horario laboral o todo ese territorio lo necesita el parque tecnológico para su crecimiento?
Esa decisión es puramente política. Y entre el Ayuntamiento de Sanz y la consejería de José Carlos Gómez Villamandos anda el juego. Ambas instituciones, del mismo color, reman en idéntico rumbo. Y no sería descabellado pensar que en esos suelos de la banda oeste puedan ganarse parcelas para que la Cartuja sea ciudad, gane esa naturaleza que hoy no tiene, estableciéndose usos residenciales, hosteleros y de servicios que convivan con la indiscutible capacidad profesional y productiva del parque. De momento no hay decidido nada al respecto. Habrá que sentarse, hablar y negociar para no perjudicar los intereses legítimos del parque y los igualmente legítimos y necesarios de Sevilla. Poco a poco ese recinto tendrá que ir haciéndose ciudad, adecentada sus zonas verdes, impulsando la movilidad y el ocio. Hoy por hoy la rotaflex no puede acabar con la valla. Pero de aquí al 2025 la Cartuja debería saber ya lo que quiere ser cuando sea mayor…
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