Trampantojos
El año europeo
Ojalá que nuestro continente, a pesar de tantas sombras, demuestre su ejemplaridad en este tiempo en el que «afila su cuchillo la tormenta»
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Iniciar sesiónYa asomados al balcón de 2024 se adivina un horizonte neblinoso, de líneas inciertas y con nubes perturbadoras. Parece que afilara su cuchillo la tormenta, como describió Antonio Machado el perfil de Sierra Mágina. A lo lejos se descubren capítulos que marcarán nuestro paisaje biográfico. ... Están las cosas y proyectos personales, pero también los asuntos colectivos. Y en uno de ellos se dibuja un mapa: el de ese continente impredecible llamado Europa.
En junio tendremos elecciones europeas en un momento en el que nuestro continente no pasa por su mejor época. Es cierto que las hubo mucho peores porque aquí han ocurrido algunas de las pesadillas más devastadoras de la Historia de la humanidad. Sin embargo, el hecho de que en su corazón se esté desarrollando ahora mismo una guerra marca definitivamente un presente oscuro y sucio.
Aún suenan los acordes del Concierto de Año Nuevo, esa delicia exquisita que también desvela la contrapostal de Europa. Porque en el fondo Europa es un paisaje de alta cultura asentado sobre un volcán de terrores y miserias. Como la Viena que nos sirve de metáfora europea, ese mundo frívolo y elegante que bailaba valses mientras sus pilares se deshacían en un polvo dorado como de cuadro de Klimt. Ese corazón de Europa -la Mitteleuropa de Claudio Magris- ensayaba la coreografía de su propia destrucción, eso sí, interpretada de la forma más refinada y elegante. Como ya había escrito siglos antes el médico y humanista Andrés Laguna en la Universidad de Colonia: «Europa, que se atormenta a sí misma». Un hermoso escenario que se ha devorado en múltiples momentos de la Historia.
Aquí hubo momentos pavorosos y también luminosos, porque en Europa -tras la Segunda Guerra Mundial- se construye el Estado del Bienestar, de los derechos, de las libertades. Esa cultura civilizada que ha representado Europa forja así una leyenda de símbolo de la democracia. Por eso sorprende que en este mundo otra vez a punto de estallar en pedazos nuestro continente no sirva de referencia para la geopolítica. Por el contrario, lo son lugares donde no existen ni libertades, ni derechos ni, por supuesto, una democracia verdadera. La vieja Europa parece no servir como maestra de la Historia.
Este 2024 millones de europeos votaremos para elegir a los representantes del Parlamento. Sin embargo, esta fiesta de la democracia parece lejana para muchos ciudadanos. Quizás tenga la culpa el descrédito que provoca cierta clase política y la influencia de los extremismos ideológicos como criadero de euroescepticismo.
Y, sin embargo, qué importante que Europa sea protagonista de este presente. Ojalá que nuestro continente -a pesar de tantas sombras- demuestre su ejemplaridad en este tiempo en el que afila su cuchillo la tormenta. Y que no suceda lo que dijo Gramsci: «El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos».
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