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Sevilla y amén

Sin cintura

El quiero y no puedo de San Esteban fue un error. Menos grave que el regreso inmediato de Las Aguas, pero error

Alberto García Reyes

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El palio de la Encarnación va tan ceñido a la puerta del templo de la Calzá que la cuadrilla está obligada a trabajar sin cintura para ponerlo en la calle. Sin botar. Con las caderas fijas. Y ahí está todo este Martes Santo. Una cosa ... es que Sevilla ande sin cintura debajo del paso y otra cosa es que no tenga cintura para adaptarse a las borrascas. El quiero y no puedo de San Esteban fue un error. Menos grave que el regreso inmediato de Las Aguas, pero error. Las inclemencias son incontrolables, no dependen de nosotros. No pasa nada por decidir con serenidad y con sensatez. Porque lo que no puede ser, no puede ser y, además, es imposible. El Dulce Nombre anunció en las redes que no salía y luego que se lo volvía a pensar. Todo esto es lógico en un escenario de incertidumbre, pero da la sensación de que a veces intentamos dar falsas esperanzas para amortiguar el desencanto. Y la desazón forma parte de las cofradías. Sevilla tiene cintura para entenderlo. Tiene historia. Sabe esperar a que Santa Cruz aproveche su clarita. Con naturalidad. Que aquí sin cintura sólo trabajan los costaleros de palio cuando van a tierra. Cuando van al cielo con Ella, si es por derecho, Sevilla lo entiende todo.

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