Victoria

El turco Erdogan ha dicho que Netanyahu no es diferente de Hitler. John Cleese se divirtió el otro día comparando a Trump con Hitler. El chiste consistía en cinco razones por las que Hitler era preferible a Trump (luchó por su país, nunca usó un teleprompter, le gustaban los perros, escribió sus propios libros, nunca jugó al golf, no era un gordo desaliñado). Por supuesto, la primera razón por la que Trump es preferible a Hitler es que no comete genocidios.

Me da la impresión de que a veces las comparaciones con Hitler son como las denuncias de agresión sexual. No digo lo de Depardieu (que yo qué sé) sino lo de Victoria Abril, que debe de ser la que está en shock, y no la otra. Por otro lado, están las mujeres que no se ponen en el lado correcto. Como las que insisten en la realidad del sexo biológico (y a las que hay que machacar). Ahora, las que firman a favor de un presunto agresor sexual. Catherine Deneuve firmó aquel manifiesto que consideraba que el MeToo abanderaba un puritanismo que provocaba cazas de brujas. Luego Deneuve se disculpó. Pero sólo con las víctimas de actos detestables que hubieran podido sentirse ofendidas. Se distanció de columnistas carcas que aprovecharon el manifiesto para defender un discurso retrógrado. Se puede estar a favor de colgar de los cataplines a los violadores y en contra de los linchamientos.