Perdigones de plata

Ricos de verdad

Hemos involucionado hacia lo cutre. Es como si, de repente, nos hubiesen estafado

Un pata negra

Jueces 'Roy Bean'

Alguien me apuntó que, para averiguar si un paisano es rico bastaba con mirar si en su hogar el sofá no tocaba su espalda contra la pared. En efecto, un sofá que yace en el centro del salón indica una amplitud de espacios vedada ... en la mayoría de las moradas y esa inmensidad revela gozo dorado. La pieza fundamental donde reposamos suele, en definitiva, encajarse contra un muro para ahorrar huecos y que la televisión que preside nuestros pecados de ocios catódicos se sitúe enfrente.

Otro conocido aportó, a esta sesuda discusión muy de clase media precipitándose hacia la baja que, si vienen a cenar amigos a tu casa y eres capaz de mostrar doce sillas iguales, entonces perteneces al grupo de los de bonita cartera desahogada. Doce convidados supone una cena biblíca y, en un caso así, uno, por ejemplo, se vería obligado a recurrir a los préstamos limosneros, o sea a la bondad de los vecinos para recolectar unas sillas por aquí y por allá, lo cual provocaría cuando la cenorra un aire improvisado de feriante en trance de mudanza. «No no, tú siéntate en aquella silla, que es más cómoda», le dices a la esposa de un colega mientras sufres angustiado por esa apariencia chapucera que te traslada hacia la perdida juventud del salto de mata. De todas formas, a estas alturas de nuestras existencias y con la actual sociedad, habría que redefinir quién es rico de verdad. Excepto los multipelas habituales que acumulan patrimonio y millones, hoy, un 'rico' no es sino aquel que pueda alquilar un pisete angosto de precio largo, o comprar un apartamento de una habitación, un baño para pigmeos, una cocinilla como de Barbie y un símil saloncito. Hemos involucionado hacia lo cutre. Es como si, de repente, nos hubiesen estafado. Acaso la sociedad del bienestar no es sino vivir en un cuchitril cuyo precio es el de un palacete parisino. Pero no importa, nos gobiernan los progresistas que se preocupan por la gente y nuestros sindicatos emprenden manifas para vapulear a la oposición. Bienvenidos a España o a lo que queda de ella.

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