tiro al aire
Creaciones gubernamentales S.L.
¿Y si el presidente está también dentro de la factoría de la ficción? ¿Se engaña por conveniencia o por convicción? ¿Le hace gracia el chiste?
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Iniciar sesiónDecía Goebbels, además de lo de las 1.000 veces, que para que una mentira fuera creída fácilmente debía ser muy bestia. Muy 'heavy'. Lo increíblemente increíble es lo que se convierte en creíble, en verosímil. «Miente, miente, que algo quedará, cuanto más grande sea ... una mentira, más gente la creerá». Una cosa es la teoría; otra, la práctica. Ejemplo va. Lo proponía una amiga para ese día que llegas tarde a la reunión más importante de tu carrera: «Tú di que has atropellado a dos perros». Es la excusa definitiva. El comodín infalible. Un perro atropellado no cuela, pero dos y en la misma mañana, eso sí que te lo crees. ¿Cómo no va a ser cierto? Nadie contaría una mentira tan loca.
La táctica de la multiplicación de la mentira la utilizan en el Ministerio de Igualdad sin complejo alguno. En un ejercicio de sublimación de la estrategia, además, acompañan la falsedad con humor. Esta semana ha salido la número 2 de Montero negando las rebajas de penas de los violadores con amplio cachondeo. «De los creadores de 'Se cambiarán de sexo todas las mañanas', llega 'Los violadores a la calle'», dijo, tan pichi, entre risas y más risas, apuntando a que los mentirosos y peliculeros son los otros –otra táctica de despiste–. Como si la factoría de ficciones no fuera suya. Que consigan que las leyes digan que se puede cambiar de sexo no significa que se pueda –es cirugía estética y capitalismo–. Que nieguen que hay violadores que ven rebajadas sus condenas no anula que pase, aunque lo repitan 1.000 veces. Cada uno tiene sus razones para mentir, que pueden ser tan tontas como creerte más listo que los demás o tan prácticas como cobrar. Existe otra opción: quizá no nos mienten porque sienten que nos dicen la verdad. Y otra más: quizá no son rebajas de penas, sino materialización de la identidad penal sentida. Si un culpable se siente inocente, ¿quién es un juez –que será machista, seguro– para decirle que está condenado? ¿Qué son la Biología o el Derecho penal para contradecir el sentir de nadie? ¿Malversador, yo? ¿Sedicioso, dice? Cámbielo ahora mismo. Y el Gobierno de Sánchez, que es el del 'se considerará lo que usted siente', procede.
Uno de los puntos más inquietantes de la espiral de realidades sentidas es por qué quienes pudiendo, o debiendo, no destapan determinadas invenciones. Según Nietzsche «la mentira más común es aquella con la que un hombre se engaña a sí mismo». ¿Y si el presidente está también dentro de la factoría de la ficción? ¿Se engaña por conveniencia o por convicción? ¿Le hace gracia el chiste?
¿Cómo valorará tener en su equipo a un alto cargo que hace bromas sobre la rebaja de penas de violadores sólo porque es consecuencia de sus políticas? Como hubiera sido otro partido político ya se imaginan la gracia que les haría. Miren, la misma que nos hace a los demás.
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