café con neurosis
Galería de mentirosos
El boquirroto no es que no le tenga respeto a la verdad, sino que ni siquiera le tiene respeto a la mentira. Algunas veces, hasta sonríe
O un cínico...o un bobo decente
El gobernador gobernado
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Iniciar sesiónCuando los ministros del Gobierno, y los jerarcas del PSOE, salen a informar de la mentira del día o de la semana lo hacen con la misma letra, pero la interpretación es diferente.
Pedro I, El Mentiroso, es el entusiasmo paternal, y la gran ... convicción. Su único fallo sale a relucir cuando escucha críticas a sus mentiras, porque los tendones que rodean el músculo cleidomastoideo se tensan de manera tan visible que parece bruxismo.
Una discípula que también tensa el cuello, con evidencias que casi asustan, es la mentirosa ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y lo hace con tanta fuerza que alcanza hasta los músculos escalenos. Pero la característica más importante es que miente enfadada, muy enfadada. Cuando la ilustre mentirosa, que ha subido los impuestos en casi 90 ocasiones –somos el país de la UE donde más han subido los impuestos desde 2018– dice que los salarios bajos no tributarán –obesa trola– lo hace como si estuviese en vísperas de un ataque de cólera, y casi dan ganas de creerla, observando que no hay cerca ninguna ambulancia por los alrededores.
En el lado contrario, el mentiroso ministro para la Transformación Digital, Óscar López Águeda, miente envuelto en un halo de pesadumbre, y cuando aparece tienes la impresión de que te va a dar el pésame. Estuvo muy brillante con el bulo de la bomba-lapa para asesinar a Pedro I, mostrando sus inteligentes sospechas de que esto puede que no, pero que algo habría. De todas formas, la luctuosa manera de presentarse a los medios es mucho más intensa desde que Pedro I, El Mentiroso, lo eligió para ser el rival de Isabel Díaz Ayuso en Madrid. Parece un honor, pero pasar de ser ministro a jefe de la oposición en la Comunidad de Madrid tampoco es para salir a la calle con castañuelas.
En el lado opuesto está el mentiroso ministro de Transportes (y retrasos) Óscar Puente, que es el mentiroso habitual de la taberna. El boquirroto no es que no le tenga respeto a la verdad, sino que ni siquiera le tiene respeto a la mentira. Algunas veces, tras soltar la falsedad, hasta sonríe levemente, como si la vida fuera un juego que transcurre en el mostrador del bar.
Nada que ver con las untuosas maneras de Salvador Illa, presidente de la Generalitat, porque acostumbrado unos días a ser la doncella de Ezquerra, y otros a ejercer de mayordomo de Junts, cumple con su cometido y cuando sale a mentir lo hace con la formalidad con la que, cuando era ministro de Sanidad, nos hablaba del equipo de expertos que nunca existió.
Hay muchos más, entre los que destaca el hastío de Patxi López, que de llevar sobre los hombros ataúdes de compañeros socialistas, asesinados por ETA, debe pasar a colaborador de Otegi y demás compañía.
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