visto y no visto
La cultura arancelaria
El mercado es un timo que inventaron los ingleses y siempre gana China
El catecismo europeo
Gente pa tó
España es una rumba bailada alrededor de un jamón de Teruel (Ábalos) pagado por la Unión Europea, que es un trile de Estados totalitarios y partidistas moviendo (curva de Laffer) con la mano (la mano invisible del mercado) una bolita en el cubilete liberalio ( ... proviso de Locke).
—El fútbol es un deporte que inventaron los ingleses, juegan once contra once y siempre gana Alemania –dijo una vez Gary Lineker.
Bueno, pues el mercado es un timo que inventaron los ingleses, juegan los que lo desean y siempre gana China, esa democracia de partido único, el Partido Comunista, que ahora publica discursos de Reagan en apoyo… ¡del libre comercio! A Reagan un tal Peridis lo caricaturizaba de nazi en el diario gubernamental, y la España de Gonzalón no lo dejó pisar el Congreso por fascista, es decir, poco prochino. Nuestros peperos tenían razón: las dos Marías de Rajoy (el que regaló un jamón a Obama) firmaron un acuerdo de cooperación PP-PCCh (Cospedal en 2013 y Soraya, ésta ante Vinipú, en 2016) en apoyo del plan «España y la nueva ruta de la seda: cómo aprovechar el tren Madrid-Yiwu», motivo por el cual la derecha española fue la más beligerante del mundo contra el primer Trump y su guerra comercial contra 'el gigante asiático', el mismo Trump que ahora promete suprimir en América el IRPF (aquel invento de la oligarquía inglesa para luchar contra Napoleón), que hoy hace de policía secreta en nuestras «democracias liberales».
—Siete de cada diez españoles dejarían un empleo en la empresa privada por una plaza pública –reza un titular de prensa brutal.
El funcionario es el ideal de la Unión Europea, cuya Comisión, para ayudar a los opositores, «ha sacado al whisky bourbon de la lista de productos de EE.UU. a los que impondrá aranceles». Nuestra cultura arancelaria (aquí, proteccionismo provincial a vascos y catalanes) viene de Carlos IV, luego con toda la Restauración a cuestas. Hace cien años por estas fechas el periodismo español era un duelo arancelario por el papel entre el ABC de don Torcuato, que se oponía al arancel, y 'El Sol' de Ortega y el señor Urgoiti, el de la Papelera, la base de cuyo negocio era el arancel. El monopolio del papel protegido de Urgoiti contra el 'monopolio' del lector culto de don Torcuato. Las letras iban aparte. «Es de Granada y se llama Federico», presentaba Fernández Almagro a García Lorca en 'El Sol' del 23. «Es de Ronda y se llama Cayetano», presentaba Corrochano a Cayetano Ordóñez, El Niño de la Palma, en el ABC del 25, que es el que ha quedado.
'Arancel' es la cuarta palabra predilecta de Donald Trump, después de Amor, Familia y Dios, trinomio algo menos liberalio que el Fútbol, Mujeres y Rocanrol de Rod Stewart, más en línea con el trinomio cubano de un liberalio 'avant la lettre', Foxá, con su Ron, Café y Puro, «muy superior al de la Revolución Francesa». Pero vivimos en un país donde, si los gatos cazan ratones, es porque creen que hacen daño al dueño.
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