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una raya en el agua

La impunidad sanadora

El Gobierno va a aprobar la amnistía sin explicar por qué necesitó perder las elecciones para percibir sus virtudes políticas

El vecino digno

El día de la fractura

Ignacio Camacho

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Cuando mañana se apruebe en el Congreso el texto más o menos definitivo de la ley de impunidad, llamada de amnistía, el Gobierno seguirá sin explicar la razón por la que antes de las elecciones no percibió sus alabadas virtudes políticas ni la consideró –más ... bien al contrario– compatible con el espíritu constitucionalista. Hasta el 23 de julio por la noche no había ningún miembro del PSOE capaz de atisbar las propiedades sanadoras de la iniciativa que ahora se vende a los españoles como una medida perentoria para restablecer en Cataluña la convivencia cívica. Antes de esa conversión paulina, el discurso oficial proclamaba que el conflicto catalán estaba, si no resuelto, sí aplacado de forma concluyente gracias a la mano tendida del liderazgo sanchista, que el 'procès' había pasado a la historia de manera casi definitiva y que la tensión del separatismo discurría por una vía razonable sin más problemas que los de cualquier otra autonomía.

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