editorial
La cultura, prioridad política
No puede ser un ornamento colateral de la acción de gobierno sino que puede y debe destacarse como un elemento prioritario de nuestra estrategia como país
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónLa cultura es el ámbito donde se asienta emocionalmente cualquier comunidad política. El conjunto de símbolos, valores, expresiones artísticas y tradiciones que permiten a una nación reconocerse como tal dependen de su condición eminentemente cultural. Este es el motivo por el que en 1959 Charles ... de Gaulle nombró a André Malraux ministro de asuntos culturales de la República Francesa. A partir de aquel precedente, la mayor parte de las democracias occidentales siguieron el ejemplo y concedieron a la cuestión cultural la dignidad de un ministerio propio. España no fue una excepción y en 1977, en la legislatura constituyente de nuestra democracia, se creó un ministerio de Cultura cuya cartera recaería en Pío Cabanillas Gallas.
El Ministerio de Cultura se mantuvo bajo esta denominación hasta 1996, cuando José María Aznar lo fusionó con Educación. Desde esa fecha, siempre que ha gobernado la izquierda, la cultura ha gozado de un ministerio propio y se ha restituido su autonomía. En cada Gobierno de derechas, los asuntos culturales han tenido que ver cómo se sacrificaba su especificidad para compartir presupuesto y competencias con otras áreas de gobierno. No se trata de reforzar tópicos ni de abonar prejuicios, pero es innegable que el PP cada vez que ha gobernado ha creído conveniente integrar la Cultura en otros ministerios subordinándola, al menos nominalmente, al ámbito de la educación.
En el caso de que Alberto Núñez Feijóo alcance una victoria suficiente como para ser investido presidente, tendrá que afrontar la constitución o no de un ministerio específicamente cultural. En la entrevista que ayer publicamos en ABC quiso reforzar su interés por la cultura, pero no es menos cierto que en varias ocasiones ha explicitado su intención de integrar distintas carteras para contar con un Consejo de ministros contenido. Si bien es cierto que la importancia de un área de gobierno depende, esencialmente, de su presupuesto, no deja de resultar sorprendente que los populares insistan en demostrarse incapaces de mantener un ministerio de Cultura separado de otras competencias. La falta de complicidad entre la derecha y los agentes culturales es una rémora de otros tiempos y son muchos los signos que evidencian que existe una oportunidad histórica que el PP haría mal en desaprovechar.
La izquierda ha empezado a demostrar un cierto agotamiento en la manera en la que se relaciona con industrias culturales y con las profesiones creativas. La agotadora moralización del arte y la permanente fiscalización política han dado pie a un nuevo contexto en el que una gestión liberal, diligente y respetuosa con la creación y la conservación del patrimonio resulta especialmente urgente. En las últimas décadas son muchos los prejuicios que se han ido derrumbando y el centro derecha se encuentra en una coyuntura extraordinaria para intentar reconciliarse con uno de los elementos vertebrales de la historia de nuestro país. La cultura no puede ser un ornamento colateral de la acción de gobierno sino que puede y debe destacarse como un elemento prioritario de nuestra estrategia como país. Más allá del qué, haría falta también asegurar la defensa de la cultura con un quién, asumiendo que una responsabilidad tan capital no podría resolverse con un nombramiento de cuotas o cupos sino que debería concebirse con una notable convicción. Quién sea el responsable de la cultura y cómo se denomine el ministerio del que dependa será uno de los primeros signos que nos permitirán calibrar la ambición del PP en caso de que Feijóo consiga formar Gobierno.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete