sin punto y pelota
Lágrimas currantes
¿En qué burbuja vive la izquierda 'mojito de rincón cubano en feria y poster del Che' para no conocer a venezolanos así?
Sectarismo hipermiope con doble rasero
Que viene la ola
Teresa lleva poco tiempo limpiando en esa sala de ordenadores apagados. Es viernes, es agosto, es Madrid y ella pasa la fregona en la oficina vacía. Casi. El director de la compañía está allí. Solo. Los marrones y los desafíos no descansan. Los de Teresa ... son distintos. Sabe que es ecuatoriana, que llegó niña a Venezuela y poco más. Es callada y amable. Él levanta la vista del ordenador y le pregunta cómo ve el panorama, después de las elecciones, con las protestas, las detenciones, las actas visibles y las invisibles. Ella se rompe. «Se ha puesto a llorar por mucho que intentaba aguantar. Tiene decenas de amigos en Venezuela. Algunos sin luz (que han cortado), sin gas, algunos secuestros... Contable allí y aquí pasando la fregona«, me escribía luego el empresario. La escena ocurre en Aravaca, territorio Errejón, Iñigo. Que tanto lloró la muerte de Chávez.
El hermano del empresario dirige una gran superficie en el País Vasco. Tiene a varios empleados venezolanos. Responsables, currantes. Come con ellos. Están tristes, con familiares que les piden desde Venezuela precaución con lo que ponen en las redes. «Amigos de gente de la tienda secuestrados por el gobierno y los que no, escondidos para evitar que les detengan», me explica por WhatsApp, esa red a la que ahora Maduro en su delirio con palmeros culpa de ser herramienta de los intentos para derrocarle, orquestados por ese imperialismo fascista que encarna EE. UU. En las redes, una hija de Diosdado Cabello, número dos de Maduro, se alegra de la llegada de turistas rusos a isla Margarita. Por lo menos no son de Wagner. Todavía. Lo de Rusia no es imperialismo fascista. También están los que ya no tienen nadie allí por los que temer. Familias enteras en el exilio. Alexandra, Blanca o Gabriela. Sin esperanza ya, por haberla perdido en otras ocasiones. Ya apenas hablan de Venezuela. Duele. Y para qué.
¿En qué burbuja vive la izquierda 'mojito de rincón cubano en feria y poster del Che' para no conocer a venezolanos así? ¿Se creen que todos son millonarios que juegan al polo en Sotogrande, que invitan a rondas en el barrio de Salamanca, coleccionistas de arte? Esa izquierda tan preocupada por el micromachismo patrio y tan contenta de que a Venezuela le apoye Irán, con jovencitas encarceladas por quitarse el velo. Luego tenemos a la izquierda 'pijiprogre y cultureta alta' de perfil. Creen que, si hablan de Venezuela, se beneficia al PP. Ese PSOE que ha criticado el viaje fallido de afiliados del PP a Caracas y no tiene nada que decir del papelón de Zapatero, blanqueador de un régimen feroz. Así de enfermos están. Pero, como decia ayer el ensayista David Cerdá, este espectáculo es un aviso. Cuando los defensores de Maduro y los que se ponen de perfil hablen de salvar la democracia en España podremos soltar una sonora carcajada. ¿Vosotros? ¿De verdad? Para entonces, ojalá no, Teresa habrá perdido toda la esperanza. Ellos se reirán de nosotros también y dirán que si estamos de nuevo con la cantinela de Venezuela. Seguiremos. Claro que sí.