bala perdida
Viva Rubiales
Reúne dos esencias del folclore nacional: la tesorería dudosa y la calva discutidora
Un pirado de talentos
Novia de Puigdemont
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Iniciar sesiónLuis Rubiales ha tenido de chófer a la Guardia Civil, ahí a pie del avión que le traía de Punta Cana, donde ha estado trabajando, que es lo que suelen pretextar los prófugos y los bañistas. A los ricos y a los reos nunca les ... falta parque móvil. Rubiales aún nos hace falta, para ir animando el patio encanallado, dando algún respiro a los palabrones famosos del momento, desde Koldo a Puente, que ha resultado el Hugo Sánchez de la política, según reprís de ingenio de Juan Fernández Miranda, en estas páginas. Rubiales, de momento, sigue con chófer, aunque a ratos el chófer lo ponga la Guardia Civil, o precisamente por eso, y funciona libre, previo fichaje en los Juzgados, y antes bajo una palmera de paraíso, donde Ana Pastor le ha hecho la entrevista póstuma de quien no tiene muchas ganas de morirse. Digo yo que hace falta Rubiales porque reúne, para el 'show', dos esencias del bárbaro folclore nacional: la tesorería dudosa y la calva discutidora, que es la calva pugilística del que enseguida se despeina, por cabreo, o por euforia. Eso, y que gasta el pregón brusco de jefe del gimnasio, porque Rubiales parece a todas horas que va al gimnasio propio, o que del gimnasio propio viene. De modo que el tío es una amenidad. Ha logrado una unanimidad en la antipatía, o casi, sospecho yo, pero esa unanimidad incluye el contento masivo porque Rubiales exista, aún, cuando en España, desde siempre, nos joden mucho los que dan ejemplo de vida alegre. El odio puede ser un modo de la envidia, secretamente. Rubiales es quizás el último mozallón del fútbol corrompido, que es el fútbol que aquí se ha estilado, por lo general, y un besucón a destiempo que ganó un Mundial, de mandamás, para perder el cargo, y el trabajo, al día siguiente. En un beso empieza todo, o acaba, y esto se da también en Rubiales, que un día se cruzó con Jennifer Hermoso y otro día con la Guardia Civil. «No voy a dimitir», repetía en una rueda de prensa que es un monumento de la hemeroteca españolísima. Que no se nos despiste, aún. Da chulería y tertulia. Tikitaca de garrafón, tan nuestro.
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