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Nos toman el pelo

¿Debe el Congreso pagar los viajes al independentista Xuclà, si está inhabilitado?

Ana I. Sánchez

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Durante los ochos años que presidió la comisión de Exteriores del Congreso, Duran i Lleida recorrió medio mundo haciendo campaña para el soberanismo catalán con el carné de la cámara nacional. Pagaba, naturalmente, Papá Estado. El Congreso sufragaba vuelos, hoteles, transportes y dietas a los diputados que tenían un viaje oficial. Esta fue una pata de la diplomacia que la Generalitat desplegó en el exterior y que sembró fuera de nuestras fronteras el germen de la simpatía por la causa catalana. En nuestra narices y pagándolo el Estado... suena un poco a guasa.

Pues es lo que sigue haciendo hoy el secretario general del PDECat , Jordi Xuclà, mientras PP, PSOE y Podemos miran hacia otro lado. En este mes ha solicitado permiso para otros dos viajes internacionales, que se acumulan a la decena que ya ha realizado este año. Argumenta su papel de delegado español en la Asamblea del Consejo de Europa, pero no menciona que esta primavera ese organismo le inhabilitó durante dos años por vulnerar gravemente su código ético. Xuclà tiene prohibido colaborar en misiones electorales o delegaciones, presidir asambleas, e incluso preguntar al Comité de Ministros. Desde luego, a priori, da la sensación de que lo único que puede hacer es calentar la silla y poco más. Lo que llama la atención es que ante este limitadísimo trabajo, Xuclà no perdone ni un viaje al Consejo de Europa. ¿Será porque se dedica a hacer campaña por el independentismo a gastos pagados? Incluso si no fuera así, ¿alguien cree que un diputado reprobado e inhabilitado durante dos años por el Consejo Europeo va a representar adecuadamente a nuestro país y fortalecer su imagen ante este organismo? Xuclà desde luego ha demostrado que no.

Fue él quien viajó en avión ruso a entrevistase en secreto con Bashar al Assad en Damasco junto con otros dos parlamentarios europeos en 2017, sin pedir autorización del Gobierno, el Congreso o el Consejo de Europa. Cuando el viaje fue descubierto, la exigencia de explicaciones recorrió a una indignada Europa y el bochorno que protagonizó Xuclà fue épico. Primero argumentó que el Ejecutivo estaba al corriente, luego que el Congreso. Falsas coartadas que fueron cayendo tan fácilmente como las que siguieron después. Tirando de imaginación, explicó que le hicieron entrar a la fuerza en el avión ruso y que no se opuso porque temía por su vida. Lástima que tampoco respaldaron esta versión los organizadores del viaje. Para ridículo final acabó diciendo que se trataba de una viaje personal del que no tenía que dar explicaciones. ¿Cómo es posible que con este expediente, España le conserve todos los privilegios?

No se pueden tolerar situaciones de desprestigio como estas mirando hacia otro lado. De momento, el único grupo que se enfrenta a Xuclà es Ciudadanos. Su secretaria cuarta en la Mesa, Patricia Reyes, se opone a sus permisos de viaje pero siempre queda en minoría. Está condenada a realizar movimientos mayores si quiere poner fin a esta nueva tomadura de pelo.

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