EDITORIAL ABC
El separatismo «pincha» con la huelga
Decenas de personas han ocupado la estación de Renfe en plaza Catalunya impidiendo la circulación de trenes
Afortunadamente, el independentismo tiene cada vez una menor capacidad de movilización ciudadana en Cataluña. La huelga convocada ayer fue un «pinchazo» en toda regla, no solo como consecuencia de la propia división política y táctica en el separatismo, sino muy especialmente por el hartazgo ciudadano ... y por la pérdida de credibilidad de los dirigentes catalanes. No obstante, la huelga se saldó con varios episodios violentos, el corte de carreteras, el cierre forzado de negocios y siete heridos entre los mossos d’Esquadra, aparte de varios miembros de los llamados «comités de defensa de la república» detenidos, y un amago de revuelta estudiantil que resultó grotesca. Pero poco más. Solo los empleados de los servicios públicos y un F. C. Barcelona servil pararon, porque en Cataluña fueron miles las empresas, industrias y servicios que funcionaron normalmente, incluso encarándose con los huelguistas que querían obligarles por la fuerza y la coacción a cesar su actividad.
El ciudadano catalán, sea separatista o no, es plenamente consciente de que la Generalitat les está abocando a una ruina económica y de que la manipulación emocional tiene un límite porque este tipo de protestas ya son inocuas a los efectos de mitificar la causa de la ruptura con el resto de España. El juicio en el Tribunal Supremo a los líderes golpistas se desarrolla con total normalidad y Cataluña sigue en bancarrota, con un Parlamento inactivo y un presidente subalterno con la vitola de «provisional», mientras que quien exige a los catalanes que se sacrifiquen por la causa vive a todo tren en Bruselas, huido de la Justicia y sin dar la cara. Más aún, ningún aprendiz de huelguista va a poder condicionar la sentencia.