Un periodista independiente

A pesar de todo ello, jamás Florentino me ha dado una entrevista, ni siquiera una noticia, y el código que tenemos y respetamos es que lo que él me cuenta yo no puedo publicarlo. Si somos amigos de hace más de diez años, y le puedo llamar cuando me da la gana, es porque nunca, ni remotamente, esta norma ha sido quebrada. Uno de los mayores reproches que he escuchado a los detractores del presidente es que presiona a algunos medios para que echen a los periodistas que le molestan. Preguntando por mí me parece que nunca ha llamado y esto es todo lo que al respecto puedo decir. Cosa muy distinta de lo que en cambio ha hecho el presidente de La Liga, Javier Tebas, que claramente juega a intimidar a los que discrepamos de su estrategia y de sus métodos. Es una verdadera lástima que el carné de periodista independiente no te lo den por enfrentarte al señor con más poder en el fútbol español, al que no duda en usar al Gobierno para amedrentar a los que no se doblegan a su voluntad, al gran aliado de Jaume Roures, al que a cualquier precio quiere mantenerse en el poder, como lo certifica su acuerdo con el fondo británico CVC y la propina con que intenta enredarnos, y además en forma de crédito, es decir, de deuda. Más deuda sobre la deuda acumulada. Nunca antes como con Tebas me había sentido atosigado, molestado, violentado. Tuits extemporáneos, mensajes, advertencias. Es una lástima que no se te considere un fascista por simpatizar con Tebas, porque él su mitad del trecho ya hace tiempo que la ha recorrido, como de todos es sabido.

La guerra entre Florentino y Tebas por controlar el fútbol español, y tratar de controlar el fútbol europeo, es tensa, apasionante, cada día se mueve alguna pieza, implica a todos aunque no se den cuenta y realmente no sé quién va a ganarla. Sé que me gusta más el talento cuando se junta que las danzas regionales. Me gustan los mejores, y el dinero que generan. Me aburre la mediocridad, y me indigna pagar su gangrena. Yo he venido al mundo a tomar aviones y salvar distancias.

Y ya ni intento discutir que soy un vendido por querer a Florentino. Sólo me deprime, y me hunde en el más profundo desánimo, el nulo interés que siempre me ha mostrado en comprarme.