Navarra

¿Qué necesidad tenía Navarra de un nacionalismo moderno -identitario, sedicioso, agresivo-, como el del resto de las Comunidades Autónomas, que tantos conflictos nos ha generado? Pues lo necesitaba como una bala en la cabeza, según estamos viendo, al haberla convertido en objeto de deseo del nacionalismo vasco, por carecer sus tres provincias de suficiente entidad territorial y humana para crear un Estado independiente y no poder contar con Euskadi Norte, que nunca dejará de ser francés ni Francia le permitirá hacerlo. La creación de un partido nacionalista navarro (UPN) dividió las fuerzas constitucionalistas, mientras las anexionistas vascas, PNV y HB, unían esfuerzos por encima y debajo de sus diferencias ideológicas para alcanzar la anexión. Dos factores han venido en su ayuda: que la izquierda se fije como principal objetivo impedir que gobierne la derecha y la «disolución» de ETA, una falacia, pues ETA no se ha disuelto, ya no necesita matar al haber entrado en las instituciones vascas y saluda la vuelta a casa de sus asesinos como si fueran héroes. Aparte de empezar a gobernar en Navarra a través de los socialistas, algo que va a manchar para siempre el nombre e historia de su partido, aunque tampoco sería la primera vez que el PSOE prefiere una España rota a una azul o naranja. Recuérdese 1934.

Lo ocurrido en Navarra es una advertencia a las comunidades limítrofes con Euskadi. Uno de los peores rasgos del nacionalismo es el expansionismo, el imperialismo, que tanto critica. Necesita no sólo territorio, sino también siervos para las labores inferiores. Para ello se sirve de partidos regionalistas y nacionalismos locales que le abran camino y corten los lazos con España, por la ambición de unos caudillos aldeanos tan faltos de mollera como sobrados de codicia Si yo fuera cántabro o riojano evitaría tales experimentos no fuera a caer en una ciudadanía de segunda o tercera queriendo ser de primera. Cuando acaben con Navarra les hablaré de ellos. ¿O será también demasiado tarde?