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Vidas ejemplares

España volverá a hacerlo

Unas gotas de optimismo para unas letras de despedida

Luis Ventoso

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Este mes se ha cumplido el centenario del Desastre de Annual, terrible y traumática derrota en la guerra del Rif donde murieron más de diez mil soldados españoles, mal preparados y pertrechados, peor dirigidos. La conmoción por lo sucedido en el frente de Marruecos sacudió ... los cimientos de España. Fue uno de esos momentos definitorios que tumban a un país en el diván y lo obligan a medirse en el espejo de sus flaquezas (como antes lo había sido la crisis del 98 con la pérdida del imperio colonial). Hay quien cree que en Annual arrancó la cuenta atrás que diez años después acabaría provocando la salida de Alfonso XIII de España, al volante de su berlina Duesenberg desde Madrid al puerto de Cartagena para zarpar cara a Marsella. La historia no continuó después mucho mejor: el fracaso de la República, los horrores de la Guerra Civil, el largo franquismo, con la luz de las libertades apagada. En el siglo XX se registró además un enorme éxodo, la emigración masiva de las maletas de cartón, que despobló miles de aldeas de la España rezagada. Pero aún así, el país continuó prosperando y cabe decir sin hipérbole ni presunción que se ha convertido en uno de los de mayor calidad de vida del planeta, además del segundo en longevidad y un epítome de alegría. ¿Por qué hemos salido a flote de trances tan agónicos? Probablemente por la buena entraña de los españoles, forjada en la vigencia de la institución de la familia, en el rescoldo de los valores morales del cristianismo, en la sabiduría de ser un pueblo viejo, que ha visto de todo y sabe que al final lo más importante es vivir bien y querer y ser querido. Por eso continúo siendo optimista sobre España, a pesar de la anómala situación política en la que estamos sumidos, gobernados por gente que realmente no acaba de creer en su país. Mi esperanza es que al final los españoles volveremos a hacerlo, como antes nuestros infatigables padres, abuelos y bisabuelos. Nos sacudiremos esta tontuna momentánea y este autodesprecio corrosivo y seguiremos mejorando, porque España, aunque a veces ya no lo parezca, todavía preserva muchos de los cimientos que la hacen especial.

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