Respeto institucional y cobardía política
El «respeto institucional» que confiesa Garzón tiene forma de triángulo rojo, prendido en la solapa como símbolo de un antinazismo retroactivo e imaginario que casualmente comparte con el camarada Putin, Vladímir de Todas las Rusias
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Iniciar sesiónLa barrera lingüística que levantó el Congreso de los Diputados para hacer ininteligible la traducción del discurso de Volodímir Zelenski obligó al gran público a buscar alternativas de ocio en un hemiciclo cuyo principal atractivo fue el pasado martes detenerse en la posición de firmes ... y la inquietud de los socios del Gobierno, por si hacían palmas o se hornagueaban en la silla, contrariados por el discurso del líder del nazismo que combate el camarada Vladímir. A la postre, los diputados de Unidas Podemos se dejaron llevar y aplaudieron al presidente ucraniano, pero por simple «respeto institucional», aclara ahora el ministro de Consumo, que había ‘proponido’ a sus señorías moradas que no dieran la nota en tan solemne ocasión histórica. Por cobardía; deserción en términos militares.
El «respeto institucional» que levanta de sus asientos a los diputados de Garzón para pasar inadvertidos es el mismo que en las Cortes niegan a la Corona y todo lo que representa, que no es otra cosa que la Constitución que tanto les indispone. El «respeto institucional» al que se refiere Garzón es el mismo que sus diputados ignoran ante unos tribunales de Justicia, tercer poder del Estado, a los que acusan sistemáticamente de prevaricar por motivaciones ideológicas y manías persecutorias. El «respeto institucional» confesado y ‘proponido’ por Garzón es el mismo que rechaza cuando el Ejecutivo del que forma parte adopta una posición que Unidas Podemos acata por simples motivos de supervivencia, política y económica, para no quedarse atrás. El «respeto institucional» del que hace gala el ministro de Consumo es el mismo que lo lleva a estar más pendiente de los preparativos de la efemérides republicana y totalitaria del próximo jueves, 14 de abril, que de defender los valores democráticos que representa Zelenski. El «respeto institucional» que confiesa Garzón tiene forma de triángulo rojo, prendido en la solapa como símbolo de un antinazismo retroactivo e imaginario que casualmente comparte con el camarada Putin, Vladímir de Todas las Rusias.
Alberto Garzón es un cobarde. Se levantó de la silla e hizo palmas al presidente ucraniano por «respeto institucional», que es una manera como otra cualquiera de llamar al miedo que le entra en el cuerpo a los propagandistas de la tiranía -cubana, rusa o iraní- cuando sus víctimas salen por la tele, maniatadas y con un tiro en la nuca. A Volodímir Zeleinski no se le puede aplaudir por respeto institucional. Tampoco a Putin.
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