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Por imperativo legal

La fórmula con que Puigdemont y Otegui se chotean de nosotros

Mayte Alcaraz

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Yo hago por imperativo legal muchas cosas al día. Por ejemplo, pararme en los semáforos, incluso cuando tengo prisa; o ceder el paso a los peatones aunque pierda un vuelo. O pagar a Hacienda aunque en ese momento me venga mal (la pregunta es ... si habría un momento del día en que me viniera bien). Por imperativo legal tengo dinero en la cuenta corriente cuando me van a pasar la factura del agua y, por imperativo legal, pago en el supermercado la compra y no me hago un sinpa, que a veces molaría. Por ese imperativo legal no entro en Gucci y me llevo el bolso que no consigo (este año tampoco) que los Reyes Magos tengan a bien dejarme en casa. Por imperativo legal no araño el coche del vecino que invade desde hace años mi plaza de garaje, lo que me obliga a multiplicar mis maniobras de aparcamiento, el mismo imperativo legal que me obliga a satisfacer mensualmente la comunidad de vecinos si pretendo disfrutar de las zonas comunes de la urbanización. Por imperativo legal evito calumniar o injuriar a cuantos aludo en mis artículos, el mismo imperativo legal que me obligaría a responder ante los tribunales si cruzara la línea de la difamación. Cuando murió mi padre, por imperativo legal sus hijos tuvimos que volver a pagar impuestos para recibir la modesta casa que él compró y de la cual ya tributó durante toda su vida. Y por imperativo legal, cuando me pagan por hacer un trabajo, qué menos que tener el detalle de hacer la labor que me encomiendan lo mejor posible.

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