Suscribete a
ABC Premium

Churchill: pasión que engrandece

«Más de cincuenta años en la Cámara de los Comunes, que arranca como diputado por Oldham y finaliza como representante por Woodford, que le permitirán ocupar distintas carteras: subsecretario del Estado de Colonias, ministro de Comercio e Industria, ministro de Interior, primer lord del Almirantazgo, canciller del Ducado de Lancaster, ministro de Municiones, ministro de la Guerra y del Aire, ministro de las Colonias, canciller del Exchequer, hasta llegar a primer ministro en dos ocasiones»

NIETO

PEDRO GONZÁLEZ-TREVIJANO

Hay personajes epocales; esto es, que definen y explican una época. Son los casos, en los últimos quinientos años, de Carlos V en el siglo XVI, el caballero europeísta que ennobleciera Tiziano en Mülberg; el astuto cardenal Richelieu en el siglo XVII, pomposamente retratado por ... los pinceles de Philippe de Champaigne; el honesto George Washington en el XVIII, asentado hoy en nuestro imaginario colectivo gracias a Roy Lichenstein; el inabarcable Napoleón Bonaparte en el siglo XIX, con su imponente representación a caballo y su fastuosa coronación recreada por Jacques-Louis David; y en el siglo XX, el indómito Winston Churchill, nunca tan bien caracterizado como en la soberbia fotografía de Yousuf Karsh. Retrata el alma de un hombre de acción, de un hombre determinado, de un hombre tozudo que nos reta con su mirada. El retrato que Graham Sutherland realizaba a su ochenta cumpleaños por encargo del Parlamento –según nuestro hombre se asemejaba a un "bulldog asustado"– fue quemado por su mujer.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia