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Aquel otro José Montilla

JOSÉ Montilla hace un uso explícitamente accidentalista del poder. Las formas son siempre accesorias; el poder es el valor definitivo. Tuvo tiempo para aprenderlo al ir aterrizando desde la izquierda más radical hasta el aeropuerto europeísta y confederalizado del PSC-PSOE. La tesis fundacional del ... socialismo catalán en la transición era muy descarnada: el PSC ponía la cúpula bruñida y el PSOE la mayor cantidad de votos. Funcionó, incluso en Gerona. Políticamente, Montilla y los suyos -los llamados «capitanes»- sufrieron no pocas humillaciones por parte de las mentes preclaras del PSC, gente de mucha bibliografía y poco afán de acción. Gradualmente, como una termita implacable e inasequible a la incomodidad estratégica, Montilla fue marcando terreno con paciencia solo comparable a su tan parca expresividad. Actualmente preside la Generalitat, controla las diputaciones y los grandes ayuntamientos, la totalidad de medios de comunicación públicos y tiene la complicidad de no pocos medios privados. Desde luego, lo que decía sobre la sociedad catalana siendo alcalde de Cornellá de Llobregat no es exactamente lo que dice ahora. Si antes daba la impresión de conectar con algunas mutaciones sociales que el pujolismo institucionalizado ya no percibía, hoy permanece tan blindado ante los tropismos de la sociedad que parece considerar una minucia lo que ha significado el abstencionismo en el referéndum del «Estatut».

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