Oliver Blume (CEO del Grupo Volkswagen): «Tomaremos una decisión sobre Seat en mucho menos de cinco años»

La marca de Martorell, a pesar de haber regresado a los números negros, sigue presentando algunos indicadores problemáticos dentro del grupo. Sus entregas cayeron un 18,1%, hasta las 386.000 unidades, para lograr una facturación de 10.941 millones de euros, un 13,8% más que hace un año.

Esto se tradujo en un beneficio neto de 33 millones –habría superado los 270 millones de no ser por los costes de reestructuración del nuevo convenio colectivo de Martorell–, con un margen operativo del 0,3%. Ambos indicadores son una mejora ante las pérdidas de 233 millones y la rentabilidad negativa del 2,4% con las que saldaron 2021.

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Sin embargo, los indicadores verdaderamente determinantes fueron los cambios en la producción de 2022. De las 420.091 unidades fabricadas entre las dos marcas, 249.459 (-27%) fueron de Seat y 170.632 (+108,5%), de Cupra. El modelo de mayor volumen fue el Cupra Formentor, con 105.568 unidades ensambladas (+79,3%), por delante del Seat Arona, con 85.717 (-13,1%).

«Estamos contentos con el desarrollo de Cupra, y del éxito del equipo español, capaz de lanzar una marca tan exitosa en tan poco tiempo», afirmó Blume. «Tenemos un plan claro de crecimiento y la marca está muy bien posicionada. Además, es la primera vez en la historia que existe una integración profunda de una tecnología clave como es la fabricación de baterías en España, lo cual es una gran noticia», concluyó.

Para los próximos cuatro años, el consorcio tiene previsto invertir 180.000 millones de euros, con un pico en 2025. De esta cantidad, la mayor parte, un 68%, irá destinada a la electrificación y digitalización. De cara a mediados de década, el Grupo Volkswagen estima que un 20% de todas sus ventas serán de vehículos cero emisiones.

«Nuestros motores de combustión deben seguir siendo competitivos», afirmó Blume. Y una parte del 32% restante de esos 180.000 millones irá destinado al desarrollo de la «última generación» de los térmicos, dado que prevén un incremento del coste de desarrollo debido a la futura normativa de emisiones Euro 7.

Con respecto a los combustibles sintéticos, Blume concedió que se trata de un debate «muy emocional». Sin embargo, para el directivo, «acelerar en electromovilidad y desarrollar los combustibles sintéticos no son excluyentes». Desde su punto de vista, la movilidad 100% eléctrica es la solución más eficiente para la automoción, pero «desde un punto de vista global, es necesario ofrecer una alternativa cero emisiones para los aviones, barcos y los más de 1.200 millones de vehículos con motores térmicos que aún existen en el mundo».

La discusión de cada tecnología, según el consejero delegado, «debe hacerse por separado, dado que no son las mismas soluciones, pero se tienen que desarrollar de manera conjunta», subrayó. Solo trabajando en este tipo de combustibles se conseguirá reducir su precio –el objetivo es equilibrarlo al de origen fósil– y poder mezclarlos.