Maroon 5: el rock suave pega fuerte

La velada arrancó con Nick Gardner, miembro de una banda australiana de pop luminosísimo llamada San Cisco, y después con los canadienses Magic!, que llenaron de buenas vibraciones el Palacio de Deportes con su reggae-pop tontorrón y contagioso.

El escenario, con alfombra roja hollywoodiense bajo los instrumentos y una pasarela en forma de flecha que se adentraba en el público, ya estaba completamente asediado por miles de fans , la mayoría chicas por debajo de los veinte años, cuando comenzó el plato fuerte de la noche.

El ritual del smartphone comenzó –para ya no parar en toda la noche– cuando el ritmo de la percusión de «Animals» rebotó en las paredes del pabellón e hinchó el pecho del personal, que no quitaba ojo de las tablas buscando al maestro de ceremonias , Levine, que apareció bajo un foco con una camiseta de esqueleto desatando el delirio colectivo.

Cada estribillo, cada «woo-o-o-o» fue coreado a gritos por la joven hinchada, sobre todo cuando Levine se adentraba en la pasarela, y cuando sonaron canciones como «Stereo hearts» especialmente «Love Somebody», que inundó el palacio con ese romanticismo de centro comercial que desprende la música de esta banda.

Aunque para los que buscan emociones fuertes un concierto de Maroon 5 sea muy poco recomendable, su soft rock o «rock suave» pegó bien fuerte anoche en el BarclayCard Center, llenísimo hasta los topes al agotarse las entradas con semanas de antelación , y más que dispuesto a dejarse llevar por el último gran concierto pre-veraniego en la capital al ritmo de temas como «This Love» o «She will be loved».

No sonaron muchas canciones de su último disco, «V», el que supuestamente venían a presentar. Pero ni falta que hacía: single tras single, los más de veinte megahits sonaron bajo un impresionante despliegue de luminotecnia dejando sin respiro a un público que dejó de pedir más cuando al fin, después de algo más de una hora y cuarto, sonó el esperadísimo «Sugar» con el que, según los rumores que llegaron a este cronista, alguien pidió la mano a su novia en una de las gradas. Un rumor bastante creíble.