La maldición de ganar la lotería: algunos acaban arruinados

Cuando la cifra es desorbitada o inmanejable para el común de los mortales, una de los primeras acciones es no escatimar en gastos. Es decir, celebrar el acontecimiento por todo lo alto,«regalarse» o adquirir lo que no se ha podido por falta de recursos, viajar, tener detalles con familiares, amigos o allegados... Es decir, no mirar ni calcular a la hora de gastar.

Si esa etapa de derroche dura mucho y no impera la sensatez y la cordura, pueden llegar los problemas. Algunos de los ganadores de enormes fortunas en sorteos del azar, descolocados, acaban desubicados ante tanta fortuna: sin saber que hacer con ella. Si no se asesoran y actúan con inteligencia, contratando a un gestor, un experto financiero y un abogado que le ayude a invertir, a hacer negocios y a emplear bien sus recursos, estos pueden reducirse a una velocidad de vértigo, para acabar escapándose como el agua entre las manos.

Otros afortunados en premios de la Lotería de Navidad de otros sorteos se convierten en el blanco de todo tipo de peticiones de familiares, conocidos o nuevos amigos que, de repente, surgen como las setas que van en busca de su dinero o se lo piden directamente. Y, de no dárselo, son excluidos, ocasionándoles un gran disgusto .

El «nuevo rico», en algunas ocasiones, se siente fuera de su mundo. Cambia de casa, de ambiente, de entorno..., incluso de pareja; deja de trabajar y, aunque su cartera esté a rebosar, no se termina de sentir bien a nivel emocional. Según el Fondo Nacional para la Educación Financiera, el 70% de los ganadores de un gran premio de lotería se lo gasta todo en solo cinco años. Esto sucede porque se desequilibra, toma decisiones irracionales e impulsivas al sentirse poderoso con su dinero y gasta y gasta sin cesar, pensando que el dinero obtenido sin ningún tipo de esfuerzo va a durar siempre. Así lo recoge la revista Libre Mercado. Ni que decir tiene que se trata de situaciones límites.

Un estudio de Philip Brickman indica, en esta línea, que un año después los ganadores de una suma millonaria no era más feliz que otro no premiado.

Para que no le ocurra a usted, en caso de que los hados le sean propicios, lo mejor que puede hacer es asegurar su capital y tener un buen plan de inversión y de futuro en el que, eso sí, incluya algún que otro capricho. Mucha suerte.