EL CALEIDOSCOPIO
Educación para la economía
Este país parece una nueva Torre de Babel no solo en el plano estrictamente lingüístico
Pisa ha vuelto a suspender a nuestros jóvenes; ahora alegando que no saben desenvolverse en la vida real. En otras palabras, que nuestra educación no es salvable ni en la teoría ni en la práctica. Pero si extendieran los exámenes al resto de la población, agentes de opinión, élites política y sindicales, y tantos con presencia y voz en la galaxia mediática real, nos encontraríamos con otro suspenso. Siempre siguiendo criterios de prioridad sobre lo que más importa hoy en la práctica común, que es el entendimiento y las salidas a la crisis económica.
Discutimos lo básico sin posibilidad de consenso razonable en lo más relevante para todos. El Gobierno acaba de publicar datos y cifras y un diagnóstico moderado sobre final de la recesión pero no de la crisis; en tanto que la Xunta comunica que cumple los objetivos fijados a las autonomías en los compromisos centrales con Europa y que Galicia sigue siendo una Comunidad que, al menos y desde la óptica más contenida, no agrava la crisis con su acción económica institucional.
Sin embargo no hay consenso social razonable sobre puntos tan cruciales. Los comentarios y enfoques que se leen y escuchan adoptan una casuística tan deshilvanada que cada cual parece que vive en una realidad diferente. Lo que es desvertebrador, porque no se trata de que hubiera unanimidades ni renuncia al pluralismo, sino que fuera posible abrir los abanicos de las discrepancias y las diversidades sobre temas de gran relieve social —como la justicia de los repartos, las eficiencias sectoriales, las calidades de gestión, las cargas de la deuda, las distribuciones territoriales autonómicas e intrautonómicas, la competitividad futura de los modelos nacionales y autonómicos, etc, etc— de manera que estamos siempre discutiendo de lo mismo y con la misma endeblez argumentativa.
En escuelas e institutos se estudia economía, matemáticas y estadística; también historia, geografía y conocimiento del medio. Cada vez tenemos más prensa y páginas económicas y más debates televisivos sobre la materia. Sin embargo cada vez discrepamos más, se prima la orientación ideológica sobre la constatación de la lógica del diagnóstico serio y ponderado; se mezclan datos fuera de serie y contexto en derivas interminables; se salta de un campo a otro sin agotar el tema principal y en conjunto este país parece una nueva Torre de Babel no solo en el plano estrictamente lingüístico sino también en el de la marcha de la vida material de la sociedad y de las personas. Quizás el colegio profesional del ramo debiera defender una disciplina educativa final, en los años de madurez juvenil, sobre Educación para la Economía, a ver si al menos se pueden atenuar las disonancias.
