Montero se vio con la denunciante de acoso sexual de Torremolinos en el hotel NH de Málaga
La ministra coincidió con la edil socialista en la cafetería de este céntrico hotel tras el acto de la Fundación Andalucía, Socialismo y Democracia
El PSOE obvió dos denuncias por acoso sexual de la edil de Torremolinos
La edil de Torremolinos denunció también a su secretario general por «violencia de género psicológica y coactiva»
Málaga
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Iniciar sesiónEn la cafetería del hotel NH, tras la barra, lejos de las cristaleras exteriores y los ventanales, tapadas por la columna central, pero no ocultas de las miradas de periodistas que compraban un botellín de agua a 4,10 euros o de militantes que tomaban ... un café en ese momento a cuatro euros. Allí, María Jesús Montero, ministra de Hacienda, vicepresidenta del Gobierno y secretaria general del PSOE andaluz, se vio unos momentos con la denunciante por acoso sexual al secretario general de los socialistas de Torremolinos.
Fue un encuentro discreto, que si se preguntaba previamente a los asesores de la ministra si se iba a producir solo tenía un «no sé» como respuesta. No trascendió la conversación, pero este mismo viernes Antonio Navarro, el dirigente socialista de Torremolinos investigado por la Fiscalía ha sido suspendido de militancia por Ferraz. Eso sí, conserva sus actas de concejal de Torremolinos y la de diputado provincial. «Solo le podemos pedir que las entregue, porque son personales y solo puede renunciar él», afirman fuentes del PSOE.
La ministra de Hacienda y secretaria general del PSOE andaluz estuvo este pasado jueves en Málaga. María Jesús Montero era la encargada de cerrar la entrega de premios de la Fundación Andalucía, Socialismo y Democracia que preside Rafael Escuredo.
Pese a la polémica por el escándalo de acoso sexual, Montero no tenía prevista una convocatoria para responder preguntas, así que el PSOE andaluz sacó ante la prensa primero al secretario de Comunicación, Fernando López, que habló de un sistema «garantista» que había hecho que el PSOE, pese a conocer las denuncias, no fuera suspendido de militancia. El eco mediático del caso, eso sí, ha acabado con esas garantías.
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No es Caso Salazar, sino Caso PSOE
Teodoro León Gross
La entrega de premios se celebró en los salones del sótano del hotel NH de Málaga. «Está aquí», avisaba algún mandamás del partido cuando se le sacaba conversación sobre la denuncia por acoso sexual de una edil de Torremolinos a su secretario general en este municipio, Antonio Navarro.
Los periodistas aguantaron más de dos horas a que Montero cumpliera el compromiso de atenderlos, que no estaba previsto y al que solo se accedió por la insistencia de los presentes. Dentro del salón, la denunciante estaba con un grupo de militantes y amigos. Asistió sabiendo que se llevaba las miradas, pero quería explicarse ante la secretaria general de su federación.
Por eso, mientras el corrillo de periodistas se preparaba para el 'canutazo', la denunciante con el grupo que la acompañaba estaba a escasos dos metros, esperando a la ministra, que se dio un baño de cariño de la militancia. Montero fue besada y agasajada por los suyos. No es un secreto que para los militantes andaluces es un referente y que, entre la vieja guardia del partido, tiene muy buen cartel.
Sin embargo, antes de que saliera de aquel largo pasillo que une el salón de la entrega de premios con el hall del sótano donde esperaba la prensa, a la denunciante se le dio indicación deesperar arriba. De este modo, la edil de Torremolinos supuestamente acosada por su superior, se marchó a la recepción con el grupo de amigos que la acompañaba.
Mientras tanto, Montero atendía a su compromiso de responder a las preguntas de la prensa negando las vinculaciones de su partido con Francisco Salazar y hablando de proteger a las víctimas de violencia sexual. Destacó al PSOE como el único partido que tiene un comité para esto, pero se olvidó de decir que ella conocía las denuncias a Salazar, hasta el punto que la acusaron de protegerlo antes de rechazarlo públicamente.
Después de eso, la denunciante se marchó a la cafetería desde la recepción cuando salía el público del acto. Rodeada por sus acompañantes y pegada a la barra esperó a que la ministra subiera a la recepción y, taconeando, cruzara el hotel para ir hasta el lugar donde ella se encontraba. Al llegar Montero, con discreción, la denunciante se marchó a aquel sitio más tapado de las miradas tras la columna central y, sobre todo, de las cámaras, mientras el corro en el que estaba siguió inmutable. Y ahí el camarero entregó el agua, sacó el datáfono, pegó el estacazo y se acabaron los testigos sin carnet del partido.
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