Trump inaugura una nueva era de alianzas globales en la ceremonia de su regreso

Entre los asistentes se encuentran figuras como Javier Milei, presidente de Argentina, que ya se mueve por Washington con el carisma de una estrella de rock, rodeado de admiradores; Giorgia Meloni, primera ministra de Italia; y Han Zheng, vicepresidente de China, enviado por Xi Jinping. La selección de invitados, predominantemente conservadores y populistas, refleja las prioridades estratégicas de la administración Trump y su red de alianzas globales.

Destacan por su ausencia líderes tradicionales de aliados clave de Washington, como los gobernantes de Canadá, México y Reino Unido, todos provenientes de administraciones de izquierda. A nivel doméstico, también habrá vacíos significativos: Michelle Obama, esposa del expresidente Barack Obama, ha declinado asistir sin dar explicaciones, mientras que Nancy Pelosi, histórica presidenta de la Cámara de Representantes y formidable opositora de Trump en su primer mandato, tampoco participará.

No obstante, asistirán figuras clave de la política estadounidense, incluidos el propio Barack Obama y George W. Bush, Bill Clinton y Joe Biden con sus mujeres, así como los miembros del nuevo gabinete de Trump. La ceremonia contará con estrictas medidas de seguridad, acentuadas por el traslado del acto principal al interior del Capitolio debido al frío polar que afecta la capital.

El baile hispano celebrado el sábado marcó el inicio de los eventos previos, aunque Trump delegó su representación en su hijo mayor. Javier Milei aprovechó la ocasión para fortalecer vínculos con el equipo del presidente, destacando su interés en renegociar acuerdos con el Fondo Monetario Internacional y fomentar el comercio bilateral. Por su parte, Giorgia Meloni, visitante frecuente de Mar-a-Lago, se presenta como un puente entre Europa y la administración Trump, en un momento de tensiones crecientes con Bruselas.

Mientras tanto, líderes de aliados tradicionales como Olaf Scholz, Emmanuel Macron y Pedro Sánchez quedaron fuera del círculo cercano de Trump. En su lugar, figuras populistas como Nigel Farage y Alice Weidel asistieron como representantes de una nueva alianza ideológica que desafía las normas diplomáticas tradicionales. Santiago Abascal, líder de Vox, representará a España en los actos, consolidando su relación con Trump, tras años de apoyo en los momentos más duros del expresidente tras du derrota y el saqueo del Capitolio.

El cambio de planes para trasladar la ceremonia al interior del Capitolio ha generado incertidumbre sobre la distribución de los asistentes, ya que la capacidad bajo la cúpula es limitada a unos pocos cientos de personas, frente a los 220.000 previstos originalmente en la explanada. Este ajuste logístico subraya las complicaciones de organizar un evento de esta magnitud en una ola polar, la primera vez que esto ocurre en 40 años.

Además la presencia del vicepresidente chino Han Zheng pone de relieve la complejidad de las relaciones entre Estados Unidos y China. A pesar de la retórica dura de Trump hacia Pekín, la asistencia de un alto funcionario chino sugiere la posibilidad de diálogo en temas como el comercio, la crisis del fentanilo y la regulación de plataformas tecnológicas como TikTok. La delegación china ha aprovechado su estancia para reunirse con legisladores republicanos, mostrando interés en suavizar las tensiones bilaterales.

Tras la ceremonia oficial, se llevará a cabo un evento de estilo mitin en un estadio cercano al Capitolio, donde Trump se siente más cómodo, rodeado de fervientes partidarios. El espectáculo contará con actuaciones de la cantante country Carrie Underwood y los Village People. Aunque estos últimos apoyaron a la oponente de Trump durante la campaña, han decidido participar, dicen, como un gesto de unidad nacional. Sin embargo, la decisión no ha estado exenta de polémica, con llamamientos al boicot de su música en plataformas de 'streaming'.

Este formato de mitin refleja la preferencia de Trump por eventos que refuercen su conexión directa con sus bases, dejando de lado el carácter más institucional que suele tener una investidura presidencial.