Trump desarbola a Haley en New Hampshire y ya mira hacia Biden

Golpe encima de la mesa. Trump ha sido el favorito absoluto en toda la campaña, con una distancia frente a sus rivales en las encuestas a nivel nacional de cerca de cincuenta puntos. Con el comienzo de las votaciones, en Iowa y en New Hampshire, solo ha reforzado ese favoritismo.

En la noche del martes, en New Hampshire, un territorio que no le es favorable, mostró que tiene un control firme de su partido. Entre los votantes registrados como republicanos, logró una diferencia de 50 puntos frente a Haley, una indicación de la fortaleza que tendrá en otros estados más conservadores.

Trump, una vez más, hizo historia. Se convirtió en el primer candidato republicano que gana en Iowa y New Hampshire sin estar en la presidencia y el primero en ganar con más del 50% de los votos en ambos estados. El expresidente va camino de asegurar su nominación más rápido que cualquier candidato anterior que no tenga la ventaja de ser el presidente (aunque muchos de sus seguidores le consideran como tal).

Haley quiere pelea, pero no tiene armas. «Esta carrera está muy lejos de estar acabada», proclamó Haley en su discurso de celebración de resultados. Lo hizo en una maniobra hábil, adelantándose al discurso de Trump para ganar atención y tratar de imponer la narrativa de que sus resultados eran buenos (para entonces no se había llegado al 20% del recuento y la diferencia con el expresidente era de menos de dos dígitos).

Es un deseo más que una realidad. New Hampshire estaba colocado en el calendario de Haley como su oportunidad para demostrar que puede batir a Trump. Es su territorio ideal, con mucho votante independiente (que puede participar en las primarias aquí), con mucho republicano moderado y con el respaldo del gobernador, Christopher Sununu, un republicano centrista. Además, dedicó al estado buena parte de sus esfuerzos de campaña. Aunque los resultados fueron algo mejores de lo esperado, su camino a la nominación no lleva a ningún sitio. Tiene estados por delante -empezando por el suyo, Carolina del Sur-, donde no gozará de esa ventaja en el electorado y donde Trump le saca una distancia sideral. Si no ha ganado en New Hampshire, es difícil pensar que pueda hacerlo en otros estados decisivos. «Soy luchadora y peleona», defendió Haley. El problema es que le faltan armas para la batalla.

Un infierno por delante. Trump no escondió su enojo con Haley en su discurso de celebración de resultados. La calificó de «impostora» y «delirante», y deslizó que tiene cadáveres en el armario, «cosas de las que no quiere hablar». Es un anticipo de los ataques que recibirá a partir de ahora. Vendrán con presiones hacia ella de todos lados para que tire la toalla. Los líderes del partido -empezando por su presidenta, Ronna McDaniel- ya han empezado a exigir que abandone y que todo el partido se una alrededor de Trump. Sus donantes podrían entender que no tiene sentido entregarle más dinero. Y la presión podría venir de ella misma: si continúa su reto a Trump, corre el riesgo de enterrar cualquier carrera política en el futuro.

Biden no esconde que quiere a Trump. Joe Biden también consiguió un gran resultado en New Hampshire, donde sumó cerca del 70% de los votos sin siquiera estar en las papeletas, por un desencuentro con los demócratas del estado sobre el calendario electoral. Pero esto era esperado: el presidente que se presenta a la reelección goza de todo el músculo del partido y su oposición interna es irrelevante.

Más satisfecho que por su propia victoria lo está por cómo van las cosas en la orilla republicana. Su directora de campaña, Julia Chávez Rodríguez, defendió el miércoles en una llamada con reporteros que las victorias arrolladoras de Trump «establecen con claridad las opciones que tendrán los votantes estadounidenses en noviembre». Es decir: o Biden, o Trump. El presidente -debilitado, impopular- sabe que depende del voto 'anti Trump' para quedarse en la Casa Blanca.

Lecciones para Trump. La victoria de Trump en Iowa y New Hampshire son incontestables y auguran una goleada a su favor en lo que queda de primarias. Pero también ofrecen señales preocupantes para el expresidente. Para ganar la elección general en noviembre no le bastará con la lealtad de sus bases y con su fortaleza en el electorado republicano. Tendrá que convencer a moderados e independientes y New Hampshire ha sido una muestra de ese desafío. Haley triplicó en votos a Trump en el voto de quienes se consideran moderados y el 44% de quienes votaron defendieron que el expresidente no debería recuperar su cargo si es condenado en alguno de los juicios penales que le persiguen.

La campaña ya es de elección general. Tanto Trump como Biden han dejado claro que están deseando pasar a la siguiente pantalla. Trump basará su mensaje en la economía, inmigración, las guerras en el extranjero de Biden y la debilidad del presidente. Biden buscará excitar al electorado con el miedo a Trump y con el aborto. Y rezará para que en noviembre la economía de Estados Unidos haya mejorado del todo.