El héroe anticomunista de Polonia cumple 80 años: «No le tengo miedo a nada, solo a Dios y un poco a mi mujer»

Como fundador del sindicato católico Solidaridad y con su participación en la revuelta obrera de agosto de 1980 en los astilleros Lenin de Gdansk, donde trabajaba como electricista, dio inicio a un movimiento que traspasaría fronteras y terminaría derribando al régimen soviético. Ahora, al final de su vida, rememora el precio pagado por ello: el tiempo en prisión, el castigo sufrido por su familia y la muerte de muchos compañeros.

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«Todo aquello sirvió para cambiar Polonia a mejor.. he hecho cosas increíbles que no podría haber hecho sin la ayuda del cielo», hace balance, «a nuestra generación le tocó vivir en tiempo en el que tuvimos que entender que el Estado pensaba en términos obsoletos y que era necesario pensar globalmente, en términos de continentes y de humanidad». Considera uno de los momentos más difíciles y a la vez uno de sus mayores logros la firma del tratado polaco-ruso, ya como presidente de Polonia. «Fue en las condiciones más difíciles del mundo, con el primer ministro diciendo que no lo firmase, y decidí firmar... ¿Te imaginas lo que habría podido pasar si no lo hubiera firmado? Probablemente hoy estaríamos en el lugar de Ucrania y librando una guerra con Rusia».

Wałęsa identifica también su mayor fracaso, visto desde sus 80 años: «Dije demasiado yo, yo, yo... sin explicar las decisiones, que tomaba sólo porque yo estaba convencido. Como cuando Jan Rulewski fue golpeado en Bydgoszcz y toda la Comisión Nacional estaba convencida de que había que convocar una huelga general. Pero yo me opuse, porque intuí que era una provocación, que las autoridades querían que empezásemos una huelga para así cortar el agua, el gas, la electricidad y el suministro de pan, y para culparnos a nosotros... opero no expliqué mis intuiciones y eso creaba malestar».

Wałęsa espera ir a votar el próximo 15 de octubre, en unas elecciones decisivas para el futuro de Polonia. «No sé cuál es la voluntad de Dios y siempre hay que aceptarla, pero si sigo aquí iré por supuesto a votar y animo a todos los polacos a hacer lo mismo, votar el patriótico, y me gustaría que aquellos a quienes hoy les está yendo mejor deben entender que su mejor es a expensas de nuestra patria, que está siendo destruida y traicionada», critica sin citar al partido en el poder Paz y Justicia (PiS).

El PiS describe constantemente a Wałęsa como un colaborador secreto del régimen comunista al que ayudó a derrocar. Y él está deseando defenderse de esas acusaciones con una intervención en la «Marcha del Millón de Corazones», que tendrá lugar este domingo en la rotonda de Dmowskiego, en Varsovia, y a la que pretende acudir en contra de todos los consejos de sus médicos. «Por supuesto que iré y le animo también a usted a ir. Y si Donald Tusk me permite hablar, yo hablaré», reivindica una plaza en el escenario de los oradores. Porque, a sus 80 años, Walesa no sólo no evita mojarse, sino que parece disfrutar más que un niño en un charco.

Con esa misma soltura se zambulle en la gran polémica que ha causado en Polonia el estreno de la película «Frontera Verde» dirigida por Agnieszka Holland, criticada por el gobierno y que ha causado manifestaciones en todo el país porque habla de una policía corrupta y del trato violento a los refugiados en la frontera entre Polonia y Bielorrusia. Allí donde el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, ha declarado estar «increiblemente indignado porque la señora Holland difame el uniforme polaco con tal falta de respeto», Walesa comenta que «Holland es una gran mujer: ella siente cosas que tal vez no nos gusten, pero nos advierte y nos muestra que no debemos hacerlo».