No se vio por ningún lado en el salón principal de Mar-a-Lago el metro ochenta y la cabellera de Ivanka Trump, la hija favorita del expresidente.
No estuvo Donald Jr., su hijo mayor, un habitual en sus campañas. Pero, sobre todo, faltó Ivanka, pieza importante de su ascenso político -ella fue quien le dio el discurso de presentación en la convención republicana de 2016-, muy involucrada en aquella campaña triunfal -junto a su marido, Jared Kushner- y asesora presidencial en la Casa Blanca.
«Priorizar a mis hijos»
No fue casualidad la ausencia. Poco minutos después del anuncio de su padre, Ivanka emitió un comunicado en sus redes sociales en el que aseguraba que no formará parte de esa aventura política.
«Quiero mucho a mi padre», escribió. «Esta vez voy a priorizar a mis hijos pequeños y a la vida que estamos creando como familia. No planeo implicarme en política».
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Añadió que «siempre querré y apoyaré a mi padre, pero a partir de ahora lo haré desde fuera de la arena política. Doy gracias por el honor de haber servido al pueblo de EE.UU. y siempre estaré orgullosa de los muchos logros de nuestra Administración».
Es imposible saber si la decisión de Ivanka, que se distanció de su padre en su campaña por dar la vuelta a los resultados de 2020, tiene que ver con prioridades vitales o con un cálculo. La hija de Trump tiene 41 años y podría buscar no poner en riesgo el futuro político que muchos le adjudican.
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