La histórica visita de Zelenski no esconde las grietas en el apoyo de EE.UU.
Las diferencias sobre el envío de armamento y la creciente incomodidad republicana con la factura de la guerra complican la alianza entre Washington y Kiev

A Volodímir Zelenski se le secó la boca de dar gracias a EE.UU. por el apoyo a la causa ucraniana durante su visita histórica a Washington. A Joe Biden, a los legisladores, a los medios. «Quiero dar las gracias a cada familia estadounidense ... que aprecia el calor de su hogar y que quiere ese mismo calor para otro pueblo», dijo en un momento de su discurso ante una sesión conjunta del Congreso, en horario de máxima audiencia, un honor reservado hasta ahora para figuras como Winston Churchill o Nelson Mandela.
Pero al presidente de Ucrania le aguantó la saliva para pedir más. El viaje de Zelenski, su primera visita al extranjero desde el comienzo de la invasión rusa a finales de febrero, buscaba, ante todo, seducir y convencer a su primer aliado en un momento clave: queda mucha guerra por delante y es necesario más y mejor armamento para defender la soberanía y la integridad territorial de Ucrania.
Biden y los líderes de ambos partidos en el Congreso buscaron escenificar una alianza sin fisuras en las horas que Zelenski pasó en Washington. El presidente le recibió en la Casa Blanca, mostró sintonía personal y reiteró que EE.UU. apoyará a Ucrania «todo lo que sea necesario».
El Congreso le dio un baño de ovaciones, Zelenski repartió apretones de manos, abrazos y besos con los legisladores y Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Representantes, y Kamala Harris, vicepresidenta de EE.UU. y presidenta del Senado, ondearon una bandera ucraniana enviada por soldados desde el frente del Donbas.
Todo ello, sin embargo, no oculta los desajustes entre Kiev y Washington en su alianza. Desde el comienzo de la guerra, prevalece una tensión sobre el tipo de armamento que pide Zelenski y el que Biden está dispuesto a entregar. EE.UU. y sus aliados de la OTAN buscan proporcionar a Ucrania de capacidad para repelar la agresión rusa, pero sin una implicación que Moscú pueda utilizar como pretexto para ampliar el conflicto.
Hasta el miércoles, EE.UU. había enviado casi 20.000 millones de dólares en equipamiento militar. Biden aprovechó la visita de Zelenski para anunciar otra partida adicional esta vez de 1.850 millones de dólares.
La presencia del presidente ucraniano ocurrió también -no es una coincidencia- en medio de la tramitación parlamentaria de la ley de gasto para 2023: 1,7 billones de dólares, que incluyen cerca de 45.000 millones en asistencia militar, humanitaria y financiera para Ucrania. El Senado aprobó ayer las partidas y el presupuesto quedaba pendiente de la votación en la Cámara, donde hay más reticencias, pero donde también se espera que salga adelante.
Nada de esto es suficiente para Zelenski, como dejó claro, con cierta sorna, ante el Congreso. «Tenemos artillería, sí, muchas gracias, la tenemos», dijo en referencia al armamento enviado por EE.UU. «¿Es suficiente? Pues no, la verdad».
'Deseos navideños'
Kiev ha visto cómo EE.UU. y la OTAN han denegado una y otra vez el envío de armas poderosas, como tanques Abrams de última generación o cazas de combate. El mes pasado, Mikhailo Podoliak, uno de los asesores de Zelenski, publicaba en Twitter una lista con cinco 'deseos navideños': tanques Leopard y Marder (de Alemania), tanques M1 Abrams, el sistema de misiles de largo rango ATACMS y el sistema de misiles antiaéreos Patriot. De los cinco, solo los Patriot acaban de ser concedidos por Biden y solo una batería.
Ese es el tipo de armamento que Ucrania considera que necesita para resistir frente a Rusia y, sobre todo, recuperar el terreno ocupado. Los sistemas antiaéreos de Ucrania no son suficientes para contender los ataques con misiles lanzados por Rusia desde su propio territorio, con el objetivo claro de destruir la infraestructura del país y debilitar a la población en el invierno largo que queda por delante.
En las últimas semanas y también en la visita a Washington, ha quedado patente la diferencia entre cómo ven Kiev y Washington el final a la guerra. La Administración Biden evita imponer una estrategia de forma pública al Gobierno de Zelenski, pero deja claro que quiere que la mesa de negociación llegue más pronto que tarde.
Uno de los objetivos para Biden era hablar de «qué necesita (Zelenski) para asegurar que Kiev está en la posición de mayor fortaleza posible para que podamos acelerar el alumbramiento de una mesa de negociación», dijo de forma anónima un alto cargo estadounidense a 'The New York Times'.
Discurso en el Congreso
En su rueda de prensa conjunta, Biden defendió que Zelenski busca una «paz justa» y el presidente ucraniano replicó después que no sabía bien qué es eso. Ante el Congreso, dejó claro que sería «ingenuo» pensar que Vladimir Putin busca negociar y que los ucranianos pelean por una «victoria absoluta».
Esa victoria, trató de convencer a los legisladores, es decisiva en la lucha global de las democracias contra la tiranía autoritaria, en la que EE.UU. también se juega mucho. «Vuestro dinero no es caridad», dijo a los legisladores y a los telespectadores. «Es una inversión en la seguridad y la democracia globales que utilizaremos de la manera más responsable».
Era un mensaje dedicado sobre todo a la creciente oposición en un sector de los republicanos a la ayuda multimillonaria a Ucrania. Un grupo minoritario de diputados, muy cercanos al expresidente Donald Trump y a la idea de 'América primero', no se levantó ni aplaudió las intervenciones de Zelenski.
Matt Gaetz criticó la «hemorragia» de millones vía Kiev «cuando nuestro país está en crisis». «Deberíamos centrarnos en contener la guerra, no en expandirla», añadió Warren Davidson.
Los republicanos asumirán la mayoría de la Cámara de Representantes en dos semanas y eso será un desafío para el apoyo a la causa ucraniano. Quienes apuntan a ser sus líderes, como Kevin McCarthy o Steve Scalise, no reniegan del apoyo a Ucrania, pero ofrecen dudas. McCarthy insistió tras el discurso de Zelenski que se ha acabado el «cheque en blanco». Scalise añadió que la ayuda requiere mucho más «escrutinio». Las encuestas avanzan en el mismo sentido: el apoyo a Ucrania es mayoritario, pero con un creciente deterioro entre el votante republicano. Con el paso de los meses y el hastío de una guerra larga y costosa, esa grieta podría solo ampliarse.
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