Faltan seis martes para la elección en EE.UU.

Guerrilla electoral de jubilados

CUADERNO DE CAMPAÑA

Las campañas dedican todo su músculo a encontrar el puñado de indecisos en los estados clave, pero también hay quien hace la guerra por su cuenta

Kamala mete presión a Trump: acepta un segundo debate para el 23 de octubre

Un partidario de Trump espera el inicio de un mitin de campaña en Uniondale, Nueva York AFP

Javier Ansorena

Corresponsal en Nueva York

24/09/2024 a las 05:37h.

«Es imposible hablar con ellos». Esa es la respuesta que daba la semana pasada Jim, un seguidor de Donald Trump, mientras esperaba una cola de muchas horas, achicharrado por el sol, para entrar en un mitin del expresidente en Flint, una ciudad industrial ... de Michigan. La pregunta era si hacía intentos por convencer a los demócratas de su entorno íntimo –familia, amigos, compañeros de trabajo, vecinos– de que la opción necesaria es Trump.

Es la contestación habitual en ambos bandos. Un reflejo en la calle de la polarización que domina a EE.UU. Los votantes están en bloques casi estancos. Las encuestas muestran movimientos muy leves desde que Kamala Harris se convirtió en candidata demócrata. Las campañas dedican todo su músculo a encontrar el puñado de indecisos en los estados clave, como Michigan, y a llevar a las urnas a quienes cuesta movilizar. Pero también hay quien hace la guerra por su cuenta.

Carol es una voluntaria demócrata en el condado de Monroe, una de esas pequeñas ciudades de pasado glorioso y presente dudoso de Michigan. Abre su bolso y saca un taco de 'post-it', las notas con adhesivos, de color rosa eléctrico. Es el arma de guerrilla electoral de esta jubilada.

Carol lleva los 'post-it' siempre listos, con este mensaje escrito con rotulador: «¡Nadie tiene que saber a quién votas! Kamala presidenta». Cada vez que va al baño de un restaurante o unos grandes almacenes, pega una de estas notas en la puerta, para que la vea la siguiente mujer que va a hacer sus necesidades. «Muchas mujeres no quieren ni ver a Trump, pero están en entornos donde no pueden decirlo. Esto es para que se sientan acompañadas y voten a Kamala de forma secreta», cuenta la voluntaria.

Richard, otro voluntario jubilado, dice que cada vez que tiene que dar su nombre cuando pide algo en un sitio de comida, en especial en zonas 'trumpistas', da como su nombre 'Kamala Harris'. Para que la camarera tenga que gritar el nombre de la candidata demócrata y se enteren los votantes de alrededor.

Esta guerrilla de bastón y lente gruesa puede parecer inofensiva en medio de campañas que mueven cientos de millones de dólares en propaganda. Para ellos, es su misión vital. Y puede tener impacto. En 2016, Trump se impuso a Hillary Clinton en Michigan por diez mil votos, el 0,23% de los sufragios. Convencer a una votante dudosa con un mensaje en el retrete es oro electoral.