Los familiares de los rehenes israelíes, durante su visita a Madrid: «Si Qatar quisiera, todos estarían mañana en casa»

Este viernes, como parte de una gira para ejercer presión sobre la comunidad internacional, algunos parientes de los secuestrados se presentaron en la sala Sert del Congreso de los Diputados, en un evento organizado por Vox y el Centro Europeo de Ley y Justicia (ECLJ por sus siglas en inglés). Allí contaron sus historias para asegurarse de que sus familiares no sean olvidados y que los Gobiernos sigan ejerciendo presión para lograr la liberación de sus allegados.

Ziv Abod fue la primera en hablar. Asistió al festival Supernova junto con su novio –Eliya Cohen, de 26 años–, y su sobrino. «Fuimos de fiesta. Éramos jóvenes y queríamos divertirnos», relata. Cuando comenzaron las detonaciones, se desplazaron hasta un pequeño refugio. «Normalmente son para diez personas, pero éramos 29 ahí dentro». Sin embargo, los incursores lograron penetrar y lanzaron varias granadas dentro. Algunos cuerpos cayeron sobre Abod. Entonces se llevaron a cuatro de los supervivientes antes de abrir fuego. «De los 29, sobrevivimos tres personas». Abod permaneció seis horas escondida bajo los cadáveres que le habían protegido de las balas. Cuando se levantó, observó que su sobrino había sido asesinado, pero no encontró rastros de su novio; era uno de los secuestrados. Y desde ese momento no sabe nada más de él.

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Han contado sus versiones una y otra vez, pero es imposible para ellos acostumbrarse, y sufren al revivir los tristes episodios.

Tax Wax, española de 29 años, narró la historia de sus tíos, que también fueron secuestrados el 7 de octubre. Supo que se los habían llevado cuando los vio en un vídeo que encontró en redes sociales. Sus parientes estaban en un coche, rodeados de palestinos que celebraban y gritaban. Wax no tuvo más noticias de ellos hasta que su tía fue liberada después de vivir cincuenta días en cautiverio, días que sufrió pensando que cada uno sería el último de su vida. «Hay cosas que no nos quiere contar por la brutalidad; no quiere que nosotros como familia suframos lo que ella ya ha sufrido», asegura la sobrina. Pero su tío ­Keith Samuel Siegel, de 64 años–, aún sigue retenido. «Sabemos que está herido, que le rompieron las costillas. Sabemos que torturan a rehenes enfrente de otros rehenes para que entiendan qué puede pasar. Son terroristas. Hoy es mi familia, pero puede ser la de cualquiera. No van a parar. No es solo un problema de Israel sino del mundo, y estamos pidiendo que nos ayudéis para evitar que esto se expanda. Y solo lo podemos conseguir juntos», asegura la joven.

«A mi comunidad la masacraron», sentencia Liran Berman. «Decapitaron y quemaron vivas a las personas. Asesinaron a 64 y secuestraron a otros 90, entre ellos mis hermanos menores Ziv y Gali, gemelos de 26 años». Según explica Berman, sus hermanos fueron considerados desaparecidos durante diez días. La familia estaba desesperanzada porque el kibutz en el que residían había sido escenario de uno de los más violentos enfrentamientos. Mientras tanto, Berman recuerda que los funerales de amigos y conocidos se acumulaban y debía decidir a cuál debía asistir, en función de la cercanía con los asesinados. Al undécimo día, las autoridades le comunicaron que sus hermanos estaban entre los secuestrados, y Berman comenta que «fue, absurdamente, el día más feliz de mi vida, porque la otra opción era tener que enterrar sus cuerpos».

Con la primera liberación de rehenes, llegaron las noticias de los gemelos. «Estaban vivos, con heridas menores. Vivían en los túneles sin luz solar y poca comida. Estamos preocupados por su salud mental. Cada segundo que pasa es como un año de tortura. Cada minuto es crucial. Los necesitamos a todos de regreso. La presión militar funciona como apalancamiento, pero solo combinándola con la presión internacional, lograremos que nuestros queridos regresen a casa».

«Hay algo que pueden hacer para ayudar», dice a los miembros de Vox Calev Myers, fundador de la Coalición de voces por la libertad, una organización integrada por 350 oenegés que se dedican a la promoción de la liberación de rehenes. «Muchas personas en su Gobierno, incluyendo su presidente, han solicitado constantemente el fin de la violencia en Gaza. Y la clave de la desescalada es la liberación de los rehenes. Si nuestro Ejército se retira sin ellos, sería abandonar a 136 personas que queremos mucho, y eso no sucederá. Entonces, cuando escuchéis voces que pidan por la desescalada, la respuesta debería ser: 'Primero la liberación de los rehenes, luego veremos la desescalada'».

Pero la llave necesaria para alcanzar ese objetivo está en Qatar, que es quien financia a Hamás, asegura Myers. «Si Qatar quisiera, todos los secuestrados estarían en casa mañana. Qatar entrega a Hamás 350 millones de dólares cada año; hay que seguir el dinero. A Qatar le importa cuidar su imagen en Occidente, incluyendo España, donde ha invertido 5.000 millones en compañías, una manera de comprar influencias. Nuestra petición es que utilicen su plataforma para presionar a Qatar de todas las formas posibles. Reúnanse con el embajador, llámenlo, firmen cartas abiertas, lo que puedan hacer. Ellos son la clave para la liberación de los rehenes, y su liberación es la clave de la desescalada. Nosotros también queremos terminar la guerra, que es una carga enorme y afecta nuestra economía, pero queremos a los nuestros en casa».