Esequibo, el nuevo lejano Oeste entre Venezuela y Guyana

La selvática zona en disputa es la meca de petroleras, narcotraficantes, guerrilleros y buscadores de oro y minerales

Maduro incorpora ya el Esequibo al mapa de Venezuela y entregará licencias para explotar el territorio

Escala la tensión en el Esequibo por maniobras militares entre EE.UU. y Guyana

Vista aérea del Esequibo, la región en disputa entre Venezuela y Guyana afp

Ludmila Vinogradoff

Corresponsal en Caracas

Para visitar el Esequibo, la franja verde de 159.000 kilómetros cuadrados que se disputan Venezuela y Guyana, hay que tener espíritu de aventura y muchos recursos para poder desplazarse en vehículos de doble tracción y lanchas por los ríos que atraviesan la ... tupida selva tropical.

Las únicas vías aéreas de acceso son por Brasil o Caracas para viajar en avión a Georgetown, capital de Guyana, y desde allí desplazarse por tierra al territorio Esequibo, cuyo río homónimo es el que delimita del norte al sur a los dos países en pugna. Eso da origen a la frase «el sol de Venezuela nace en el Esequibo», como lo denomina el Gobierno venezolano.

El Esequibo ha estado dormido o congelado durante más de cien años por la reclamación de su soberanía por parte de Venezuela, pero ha estado administrado por Guyana. El 'boom' petrolero en las aguas venezolanas no delimitadas aún ha sido el detonante de la disputa. Además de petróleo, la zona es rica en yacimientos de oro, manganeso, bauxita, diamantes y madera.

Aguas abajo no se observan grandes poblados ni urbanismos desarrollados. Su población es de 150.000 habitantes, según explica Sadio Garavini, exembajador de Venezuela en Guyana y profesor universitario, y es mayoritariamente indígena, trabaja en la minería y en el cultivo de arroz y la caña de azúcar.

Un lejano Oeste

Su gran riqueza aún sin explotar ha convertido el territorio en el nuevo lejano Oeste codiciado por narcotraficantes, guerrilleros, delincuentes y aventureros donde predomina 'la ley de la selva'. Su frontera al sur colinda con el conocido 'arco minero' del Orinoco, en el estado Bolívar, al sur de Venezuela, y es permeable para todos los depredadores ambientales.

El Esequibo también es el noveno territorio que comparte la cuenca de la Amazonía, el pulmón vegetal del mundo. Maduro quiere decretarlo como parque nacional para preservar su ambiente natural, pero ha invitado a las empresas para invertir en la explotación de la zona.

A 90 kilómetros de la frontera sur del Esequibo se encuentra Tumeremo, estado Bolívar, un poblado minero, donde las autoridades venezolanas comenzaron a cedular a los esequibanos y a prestarles asistencia sanitaria. Provisionalmente, es la capital de la «Guyana Esequiba», el nuevo territorio que se anexó Maduro mediante decreto en el mapa de Venezuela.

Su gran riqueza ha convertido el territorio en un territorio codiciado por narcotraficantes, guerrilleros, delincuentes y aventureros

Tumeremo es el otro punto de acceso al sur del Esequibo y ahora la capital provisional del despoblado Esequibo. Esa es la nueva puerta de entrada al territorio reclamado. Los pequeños poblados se encuentran asentados a orillas de los numerosos ríos que circundan el Esequibo y para visitarlos dentro de la selvática región toma días de viaje en lanchas fluviales.

Los «platos rotos»

En el poblado Mango Landing o 'Mangolandia', que se encuentra en plena selva del Esequibo, la agencia AFP tardó viarios días en llegar al sitio para reportar lo que opinaban sus habitantes. Ahí conviven guyaneses, venezolanos, brasileños e indígenas: «Convivimos todos bien, sin problema», dice Doriely García, una cocinera venezolana de 30 años cuya pareja es un guyanés de origen indígena.

«Los políticos hacen lo suyo y nosotros pagamos los platos rotos», afirma Robinson Flores, un venezolano de 52 años que vive desde hace ocho en 'Mangolandia', a pasos de Venezuela y frente a las aguas fangosas del río fronterizo Wenamu. Para llegar desde Georgetown, la capital guyanesa, se necesitan varios días en barco.

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