Las encuestas castigan en Alemania la candidatura socialdemócrata de Olaf Scholz

Según el fundador de Forsa, Manfred Güllner, si el Partido Socialdemócrata (SPD) se hubiera decidido a favor de Boris Pistorius como candidato a canciller, podría haber logrado avances significativos en esta última encuesta del instituto de investigación y haber superado a la extrema derecha de Alternativa para Alemania (AfD) para situarse al menos como la segunda fuerza más fuerte, con un 21%. «En este sentido, desde un punto de vista puramente aritmético electoral, ha sido un error no presentar a Pistorius como candidato a canciller», señala, porque con Scholz el resultado se desploma hasta el 14%.

El instituto INSA ofrece resultados similares: si el domingo hubiera elecciones federales, el SPD obtendría el 15%, según sus datos, un punto menos que la semana anterior y menos de la mitad de los votos que obtendría la Unión Cristianodemócrata (CDU), el 32,5%, mientras que AfD se afianza como segundo partido con el 19,5%, Alliance90/Los Verdes cae hasta el 11% y la extrema izquierda de BSW se mantiene en el 7,5%. En este contexto, la única opción que salva a Scholz de circular por Berlín como un cadáver político andante es la posibilidad de una nueva gran coalición CDU/SPD tras las elecciones, aunque esa posibilidad compite todavía con la opción de un gobierno formado por conservadores y verdes, que con el 43,5% obtendría mayoría parlamentaria.

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Rosalía Sánchez | corresponsal en berlín

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La fe en una vida de Scholz más allá de la coalición semáforo es seguramente uno de los principales motivos por los que la DIHK todavía lo recibe. Otro encuentro, una «cumbre inmobiliaria» que el canciller había convocado para esta semana, se ha desinflado por la cancelación de asistencia de varias grandes empresas.

Igualmente ortopédica ha sido la «cumbre de la industria» recién celebrada por el número dos del Gobierno de Scholz, el ministro de Economía y Clima Robert Habeck, líder de los verdes. Ambos apuran las semanas en un gobierno zombi para mantenerse en el foco mediático, a pesar de que todo está paralizado a la espera de las elecciones. Scholz sigue dando indicaciones sobre qué leyes importantes para la economía podrían aprobarse antes del 23 de febrero, obviando el hecho de que no hay presupuesto cierto para implementar nada de lo que supuestamente se apruebe.

Actualmente se mantiene en los presupuestos de 2025 un agujero de 60.000 millones de euros que amenaza al nuevo gobierno que salga de las elecciones con caer rápidamente en el mismo punto de ruptura que la coalición del semáforo. El gasto en infraestructuras en ruinas, el servicio militar obligatorio y la guerra en Ucrania disparan los gastos.

La CDU promete recortes de impuestos, reducción de la burocracia y la anulación de la ley de calefacción, pero ningún partido ha dado todavía indicios del borrón y cuenta nueva, los enormes cambios estructurales en las prioridades que enfrentará Alemania en el nuevo período legislativo. Y el electorado tampoco parece tenerlo en su radar: según el instituto británico de investigación de opinión Yougov, la migración, la economía y el medio ambiente son actualmente los temas más importantes para el votante alemán.

Las nuevas elecciones corren por tanto el peligro de quedar solamente en una solución ilusoria a los problemas de Alemania, como las leyes que Scholz insiste en aprobar a toda prisa y a la desesperada en las últimas semanas de legislatura fantasma.

Si el todavía canciller alemán sigue afirmando que se presenta a las elecciones para ganarlas, es por que «tres meses es una larga distancia y es mucho lo que todavía se puede hacer, las elecciones al Bundestag aún no se han decidido: este año hemos visto en Francia y en Estados Unidos lo dinámica que puede ser una campaña electoral hoy en día, lo impredecible que puede ser», comenta Fank Decker, politólogo y profesor de la Universidad de Bonn, que aún así pronostica un resultado nada bueno para Scholz.

«Los líderes socialdemócratas han admitido abiertamente las debilidades de su candidato. Han planteado dudas de que el partido pueda respaldar plenamente a Scholz. Y la unidad es, por supuesto, un requisito previo central para el éxito electoral», dice. Explica esta especie de suicidio político, la designación de Scholz como candidato, como la única opción que tenía el SPD. «No había una alternativa real. Un posible candidato, Boris Pistorius, difícilmente habría podido hacerse un nombre con sus propios cargos, porque Scholz habría permanecido en la Cancillería durante estos tres meses... El riesgo habría sido demasiado grande».